Calle del Doctor Fourquet, la milla de oro de Madrid - El Nuevo Herald

 Hoy en El Nuevo Herald digital (y el próximo domingo 4 en la edición impresa del periódico) mi artículo sobre una calle poco común: Calle del Doctor Fourquet, a escasos metros del Museo Reina Sofía y la calle con más galerías de arte de España, por lo que la llama “la milla de oro del arte de Madrid”. Aquí el artículo copiado para los que no tengan acceso al periódico digital. Y algunas fotos que tomé in situ.

Artículo: Calle del Doctor Fourquet: la milla de oro madrileña de las galerías / William Navarrete / El Nuevo Herald


Calle del Doctor Fourquet: la milla de oro madrileña de las galerías

El Nuevo Herald / 4 de abril de 2021 / William Navarrete*

En Madrid, detrás del Museo Reina Sofía, a unos metros de la estación de Atocha, discurre, a lo largo de tres manzanas la calle del Doctor Fourquet. Arranca desde el ilustre Colegio de Médicos, sito a un costado del Real Conservatorio de Música y frente al Monasterio de Santa Isabel, cuya iglesia data del 1664. No mide una milla, ni siquiera la mitad, pero se le suele llamar así porque en ella se han concentrado desde hace unos veinte años gran cantidad de galerías de arte contemporáneo que van cambiando de nombres y propietarios según los vaivenes del mercado.

Ya es historia que en esa misma manzana que hoy ocupa el mencionado colegio se encontraba la fábrica de tapices en donde Velázquez pintó su célebre cuadro Las hilanderas, expuesto hoy en el Museo del Prado. La calle desciende hasta la fuente de Argumosa y continúa en paralelo a la Ronda de Atocha hasta morir en la calle Valencia, ya situada en el que fuera el castizo barrio de Lavapiés.

Todo comenzó cuando Helga de Alvear abrió en 1995, por la cercanía al Reina Sofía, una galería en el n° 12. A partir de entonces, la calle se fue convirtiendo en un eje cultural y artístico en donde confluyen artistas y creadores de diversos horizontes, algo que ha generado cierto temor por parte de algunos inquilinos del barrio que temen a la “gentrificación”, y con ello, la subida de precios que genera la afluencia de cierto público con mayor poder adquisitivo. Hoy en día, el número de galerías oscila entre 15 y 20.

Sin embargo, para los vecinos de siempre, la llegada de este tipo de público y la renovación del tejido social y urbano ha sido una bendición. De ser un sitio al que antes ni los taxis se atrevían a penetrar, el barrio se ha ido convirtiendo en vitrina de un Madrid moderno e internacional.

En el n° 5, la galería asociativa de artistas contemporáneos Cruce, expone ahora a Manuel Rufo, un artista que intenta representar la dimensión artística del acto de caminar asociado a la reflexión. Y para ello presenta un “Cuaderno de Dibujo”, centrado en recorridos en que la función bípeda humana implica vínculos efímeros entre movimiento y pensamiento. En el n° 6 la galería Maisterravalbuena realiza desde 2020 un ciclo de exposiciones colectivas titulado “Encuentro”, que culmina esta primavera.

Unos metros cuesta abajo nos encontramos un taller de cerámica de autor de Déborah Abizanda en donde se exhibe y comercializa la obra personal de la autora, y se imparten cursos de cerámica a grupos reducidos.

Del otro lado de la fuente de Argumosa, Espacio Mínimo llegó procedente de Murcia y para quedarse en el año 2000. La galería ha exhibido y representado la obra de artistas como Juan Luis Moraza, la Ana Vidigal, Tom of Finland, Antonio Montalvo, entre otros. En estos momentos exhibe la obra del mexicano Héctor Jiménez Castillo, originario de Veracruz, interesado en el universo onírico.

En ese mismo tramo entre las calles Argumosa y Mallorca se encuentran las galerías Juan Siló, la Moisés Pérez de Albéniz (MPA) y la Silvestre. La primera, originaria de Santander, es una de las últimas en instalarse en el barrio, en lo que era un Centro de Literatura. En estos momentos exhibe la obra del artista cántabro Ricardo Cavada, con piezas gestuales y minimalistas nunca antes mostradas. En la MPA la muestra corresponde a la bilbaína Nadia Barkate. En cuanto a la Galería Silvestre, presente en el n° 21 de la calle desde que en 2014 inauguró la sala con una muestra del artista portugués Marthino Costa, expone ahora el interesante trabajo de la sevillana Gloria Martín. Deudora de la rica tradición pictórica de su tierra, la artista retoma la exquisita factura de los clásicos para crear espacios multidimensionales, decorativos, arquitectónicos y esculturales que juegan con las ilusiones ópticas sin perder de vista algo que no suele abundar en nuestros tiempos: el buen gusto. Criterio subjetivo, sin dudas, pero innegable cuando se trata, como en la obra de Martín, de una armonía de formas y tonos que provoca admiración.

En el tramo siguiente encontramos un jardín comunitario con una larga tapia siempre cubierta de frescos que renuevan con frecuencia. Del otro lado, hay espacios para juegos, huertos atendidos por los vecinos y lugares para dejar pasar el tiempo y conversar. Unos metros más lejos, se encuentra la Sala Mirador de Cristina Rota, con un repertorio de la Escuela de Interpretación de este nombre, y, en estos momentos, La katarsis del tomatazo, una de las piezas más longevas de la cartelera madrileña.

En el último tramo de la calle, en el n° 28, se encuentra la galería F2, dirigida por Enrique Tejerizo y Paloma González. En estos momentos acoge la obra de Eduardo Martín del Pozo, un artista abstracto madrileño con una obra muy coherente y excelente factura que vale la pena descubrir, pues en mucho me recuerda a aquellos abstractos americanos que “por principios” se desmarcaban de la figuración, pero se enfrascaban en aportar un arte de calidad que expresara algo más que el no conformismo. De hecho, en esta galería el visitante no es recibido por uno de eso(a)s muchachuelo(a)s que emplean ahora para “atender al público”, y que por el mucho aire que se dan diríase que se trata de grandes especialistas cuando no son más que petimetres. En la F2 me recibe el mismo Tejerizo, uno de los propietarios. Se toma el tiempo de explicarme lo que suelen exponer y el porqué de la elección.

Y como casi todas las calles, la del Doctor Fourquet tiene también un poco de todo. Una vermutería a la moda, una tienda ecoagrícola, un buen restaurante gallego, un estanco, algunos bares de copas, un bazar y hasta un kiosco de prensa. A pocos pasos del Reina Sofía, del centro de arte La Casa Encendida, del Circo Price y del teatro Valle Inclán, las opciones de ocio no faltan en tan breve espacio urbano.

 

* wnavarre75@wanadoo.fr / Escritor cubano residente en París


Galería F2, exposición de Eduardo Martín del Pozo 

Graffiti de Arte Calle, en la calle del Doctor Fourquet

Galería Espacio Mínimo, calle del Doctor Fourquet

Galería Silvestre
Galería Silvestre, calle del Doctor Fourquet

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