Centenario del nacimiento de Baudelaire y mi traducción de su soneto "La vie antérieure" / El Nuevo Herald
No iba a dejar pasar por alto esta fecha: el
nacimiento del gran Baudelaire, poeta entre poetas, uno de los grandes de la
historia de la poesía.
Y por supuesto, una sorpresa, la traducción de uno de los sonetos de “Las flores del mal”, conservando rima y métrica en español, cuyos alejandrinos ganan dos sílabas por verso porque sabido es que el alejandrino francés lleva dos hemistiquios de 6 pero se traduce en dos de 7 cada uno en castellano. Dolor de parir y creo que es la primera vez que se traduce conservando la rima. Y mis agradecimientos al amigo y poeta Juan Cueto que me atajó una sílaba intrusa.
Enlace: Baudelaire / Nuevo Herald / William Navarrete / bicentenario
En el bicentenario del poeta Charles
Baudelaire
William Navarrete* / El Nuevo Herald, impreso de domingo 16 de mayo de 2021
En esta primavera se cumplen los 200 años
del nacimiento, un 9 de abril de 1821, de Charles Baudelaire. Los poetas y
amantes de la poesía de todo el mundo están de fiesta. En la calle
Hautefeuille, entre el Quartier Latin y Saint-Germain, en París, a pocos metros
de La Sorbona, del colegio Louis le Grand (en donde cursó estudios secundarios),
de las termas de Cluny y los jardines de Luxemburgo, nació quien se convertirá
en el poeta imprescindible de su siglo.
Cuando Baudelaire nació, su madre tenía
26 años y el padre 60. A sus 6 años muere este último y su madre se vuelve a
casar poco después con el comandante Jacques Aupick, con quien la relación del
joven Baudelaire se degrada cuando decidió convertirse en poeta, y más cuando a
la edad adulta dispone de su herencia paterna y la dilapida en poco tiempo.
Baudelaire obtuvo a duras penas el
bachillerato. A los 18 años llevaba ya una vida libertina que obligó a su
familia a ponerlo bajo tutela judicial. En un intento de reformarlo, lo envían
en 1841 a la India, pero no consigue llegar pues el barco sufre varias averías
y Baudelaire desembarca en la isla Mauricio. Poco después estaba de vuelta a
París. En aquella larga y frustrada travesía se inspiró para su célebre poema El
albatros.
En esa época comienza su idilio amoroso
por Jeanne Duval, una mulata haitiana de 15 años, que frecuenta durante casi
dos décadas en medio de rupturas, cohabitaciones y reconciliaciones. Se muda
entonces a la isla San Luis, en medio del Sena (muelle de Anjou), y se inspira de
ella para escribir Perfume exótico, La cabellera y La
serpiente que baila. Gracias a una relación de Duval con el fotógrafo Nadar
disponemos de un cliché de la musa.
En 1843, está instalado en el palacete de
Lauzun (entonces Pimodan) de esa isla en el corazón de París. Tiene como vecino
a Théophile Gautier, con quien participa en las sesiones del “Club de los
hashischins” (fumadores de hachís y opio), junto con los pintores Daumier y
Delacroix y los escritores Flaubert, Dumas, Balzac y Nerval. De aquellas
experiencias se inspirará para escribir “Los paraísos artificiales” (1860), en
que cuenta los efectos de esas drogas. No hay que olvidar que el consumo de
narcóticos o de vino Mariani (compuesto que mezclaba la vid con las hojas de
coca), el orientalismo y el erotismo, eran temas frecuentes en la literatura de
mediados del XIX, y que el propio José Martí escribió en 1875 un poema sobre el
hachís, publicado en México bajo el seudónimo de “Orestes,” y habanero Julián
del Casal otro a la morfina.
Pero Baudelaire abandona rápidamente el
club, participa brevemente en las barricadas de 1848, sin que la política le interese
realmente, traduce a Edgar Allan Poe, y prepara la salida del poemario que
estremecerá los cimientos de la literatura del siglo XIX, el que mayor
escándalo causó y por el que se le recuerda en cada rincón del planeta: Las
flores del mal, cuya primera edición data de 1857.
Se trataba del primer poemario del
escritor y diez días después de su publicación, en medio del fervor y
entusiasmo de los lectores, le acusan de ultraje a la moral. El poder en el
Segundo Imperio, representado por Napoleón III, no puede tolerar semejante
ataque a la moral pública y religiosa. Como tampoco puede tolerar Madame
Bovary, de Flaubert, publicada ese año fructífero en que dos obras cumbres
de la literatura mundial ven la luz para asentar las bases de la nueva poesía y
de la novela moderna.
El abogado del Estado, un tal Ernest
Pinard, no logra condenar a Flaubert, pero consigue la supresión de seis poemas
de Las flores del mal y condena a Baudelaire a una multa de 300 francos,
que el poeta logra reducir a 50 al recurrir a la emperatriz Eugenia de Montijo.
Aunque después los poemas prohibidos fueron publicados separadamente en
Bélgica, no es hasta mayo de 1949 que ocurre la rehabilitación del libro en su
integralidad.
Aquel proceso infame condenó al poeta a
una vida precaria. Los periódicos desconfiaban de sus escritos, y la vida
disipada, la enfermedad (la sífilis que padecía desde hacía año) y su estado de
ánimo lo fueron minando lentamente. Fue entonces que, en 1864, viaja a Bélgica creyendo
encontrar en esa joven nación un nuevo impulso.
Una semana después detestaba el país y
consideraba a Bruselas una “capital de monos” (pues imitaban a los franceses) y
a los belgas como “una enorme masa de descerebrados”. Y es que no encontró ni
el éxito deseado, ni las condiciones financieras para escapar de deudas y
prestamistas. Tal vez por no saber ni tener a dónde ir se quedó allí, hasta que,
en 1866, tras varios accidentes vasculares, su madre lo traslada a París y lo
interna en una clínica en donde muere meses después, en el verano de 1867.
Ironías del destino, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse en la misma
tumba de su padrastro.
Todo traductor sabe cuán difícil resulta
traducir un soneto, composición de métrica y rimas casi matemáticas, y
prácticamente imposibles de conservar de una lengua a otra. Es el caso de “La
vida anterior”, soneto con versos alejandrinos, cada uno con dos hemistiquios
de seis sílabas. Para colmo, si se quiere conservar la musicalidad y el ritmo,
este tipo de soneto francés debe ser traducido respetando la métrica del
alejandrino en español, es decir, mediante versos de catorce sílabas con dos
hemistiquios de siete cada uno.
Al dar siempre prioridad al valor exacto
de las palabras los traductores han arruinado la belleza del poema. No conozco
ninguna traducción que conserve al menos algo de la cadencia, la musicalidad,
la rima y hasta de la gracia del original francés. Es por eso que, en el bicentenario
del nacimiento de este genio sin par, y partiendo del principio de que sin
música no vale la pena traducir un soneto, decidí llevar al castellano “La vida
anterior”, tal vez el poema más misterioso de Las flores del mal,
milagrosamente salvado de la censura de aquel leguleyo parisino ya olvidado ante
el mayor poeta francés del siglo XIX y fotografiar algunos de los sitios de
París en donde vivió en poeta.
Charles
Baudelaire / trad. William Navarrete
Habité mucho
tiempo la vasta columnata
Cuyos grandes pilares,
erectos como cumbres
Que los soles
marinos teñían con mil lumbres
Que imitaba al
basalto que la gruta aquilata.
Los reflejos
celestes del oleaje en su paso
Mezclaban de
manera solemne y hasta mística
El poderoso
acorde de su música artística
Al color de mis
ojos reflejando el ocaso.
Fue allí donde
viví la lascivia certera
En medio del
azur, las olas, los fulgores
Y de esclavos
desnudos, que impregnados de olores,
Refrescaban mi
frente con hojas de palmeras
Con la única misión
de calar y de hundir
El secreto dolor
que me hacía sufrir.
* Escritor cubano
residente en París
wnavarre75@wanadoo.fr
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