Una entrevista que me hace Grace Piney para "El Nuevo Herald"

Una entrevista que me hace Grace Piney para El Nuevo Herald dominical sobre mis últimos 5 libros escritos en francés. Uno no se da cuenta del tiempo que pasa. Aquí les dejo el enlace, las portadas, y la entrevista también. Merci beaucoup !

Enlace: 

De Cuba a París, del español al francés. Entrevista al escritor William Navarrete, por Grace Piney, 

El Nuevo Herald




De Cuba a París, del español al francés

Entrevista al escritor William Navarrete

Grace Piney / Especial

Ha escrito más de 20 libros, entre los que figuran poemarios, libros de ensayo, relatos, cuentos y novelas. También ha realizado antologías, traducido, editado revistas (El Correo de la UNESCO, por ejemplo), cofundado asociaciones (Centenario de la República Cubana), impartido cursos y ofrecido conferencias (recuerdo las de música cubana en los congresos “Con Cuba en la distancia” que yo misma organicé en la ciudad de Cádiz), organizado exposiciones y eventos (decenas en la Maison de Amérique Latine en París), participado activamente en la vida literaria tanto en Europa como en el continente americano.

Viajero infatigable, lo hace también por trabajo y lo hemos visto en varias ocasiones en festivales como el HAY en Cartagena de Indias o Xalapa (México), el festival de la Palabra en Puerto Rico, la feria del libro de Miami, la de la Universidad de Nuevo León en Monterrey u organizando un festival de literatura, el primero, en Santa Cruz (Bolivia), junto a la escritora Wendy Guerra. En Francia, participa en no menos de ocho ferias o salones del libro por año en diferentes regiones del país. Es también colaborador de este diario en el que comenzó a escribir en 1999 para la sección Artes y Letras, luego Galería.

William Navarrete nació en Cuba en 1968 y vive en París desde hace tres décadas. Nunca ha regresado a su país natal, en donde estudió Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Es, por así decirlo, un buen ejemplo de cómo el desarraigo puede hacer que un escritor adopte un nuevo idioma. Sus cuatro últimos libros, por ejemplo, los ha escrito directamente en francés, lengua que comenzó a estudiar durante su adolescencia en la Alianza Francesa de La Habana.

- Has escrito muchos libros en español, pero en los últimos años han empezado a hacerlo en francés. ¿Se trata de una elección pragmática o, simplemente, de un deseo de integración?

Hay un poco de todo. Mis dos primeros libros eran ensayos de más de 200 páginas sobre la música cubana y los escribí en francés en el 2000 y 2004. Casualmente, uno de ellos será publicado pronto en español en Miami y, como es lógico, decidí redactarlo yo mismo en mi lengua materna en vez de dejar que lo tradujeran. La elección de escribir en francés en los últimos años ha sido espontánea. Me siento muy cómodo en esta lengua cuando escribo diccionarios (el Diccionario Insólito de la Florida, por ejemplo) o relatos (Por amor a Niza o Divina Italia). Sin embargo, todos mis poemarios los he escrito en español y mis novelas también. No me gustaría que mis personajes, en general hispanohablantes, hablen en francés. Sonaría falso. Y también ocurre que vivo entre franceses y frecuento a muchos escritores y editores de este país. Al oírme contar historias, estos me incitaban a escribir en su lengua ¡Y qué menos podía hacer por el país cuya nacionalidad adopté desde que cumplí 28 años y gracias al cual he vivido y recorrido el mundo libremente!

Uno de esos libros es el Diccionario insólito de la Florida. ¿En qué consiste?

Como su nombre lo indica se trata de viñetas por orden alfabético sobre sitios, monumentos, personajes, acontecimientos, recetas y aspectos insólitos de la Florida. Es el libro que puedes echarte en el bolsillo antes de aterrizar en Miami para no perderte ciertas cosas de las que no siempre hablan las guías. Lo mismo evoco el key lime pie de Key West o el festival del mango; Sanibel, Pensacola, el spanglish, la Venetian Pool, el museo Flagler, o al conquistador africano Juan Garrido, el Jai Alai, el hotel Biltmore y sus leyendas o la Villa Mount Dora. Hay todo aquello que pueda sorprendernos en la Florida, e incluso historias tan macabras como la de la cubana María Elena Hoyos, adorada por un conde alemán al punto que conservó en casa su cadáver durante 7 años.

¿Y por qué sendos relatos sobre Niza e Italia?   

Tengo vínculos muy entrañables con las dos y lo cuento en ambos libros. En Niza paso parte del año desde que llegué a Francia. Conozco muy bien esa ciudad y cuando ocurrió el atentado de 2016 me di cuenta de que nunca le había devuelto lo mucho que me había ofrecido. Italia es la base de mi formación desde pequeño. Recorría Roma perdiéndome en sus callejuelas y como cuento en el libro, Italia impregnó mis años de estudios en la facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana en que la estudiábamos a través de sus maravillosas creaciones artísticas. Desde que llegué a Francia he estado unas 40 veces en ese país y lo he recorrido de punta a cabo durante largas estancias. El novelista Félicien Marceau dijo que un hombre que no ame a Italia es más o menos un salvaje. Yo añadiría a Francia, por supuesto

¿Y sobre esa Vuelta al mundo en 80 sabores que recién acabas de publicar en París en las ediciones Emmanuelle Collas?

Lo escribí con Pierre Bignami, que es justamente de Niza y por eso nuestro periplo por el mundo comienza en esta ciudad de rico patrimonio gastronómico. Son unos 40 cuentos relacionados con anécdotas culinarias que hemos vivido juntos o cada cual en viajes personales. Hay cuentos de Marruecos, España, Canarias, Portugal, Austria, Polonia, Malta, Chipre, Estambul, Jerusalén, Malawi, la isla de la Reunión, Arabia, India, Viet Nam, Corea, Tahití y otros que ocurren en Perú, Colombia, Bolivia, México, Canadá, Luisiana y dos en la Florida, específicamente en Miami. Estos últimos tienen que ver con recetas cubanas perdidas en la Isla y que, gracias al exilio, se han conservado: el boliche, la harina con cangrejo, el sándwich Elena Ruz y los menesiers de guayaba, por ejemplo. Y bebidas desaparecidas en Cuba como el Ironbeer, la Jupiña, la Materva y el Cawi, que se siguen fabricando en Miami. Los cuentos no solo hablan de esos platos, sino también de tradiciones culturales de los lugares visitados.







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