Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO - en El Nuevo Herald
Un artículo que escribo para El Nuevo Herald sobre Niza, ciudad que acaba de ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y un sitio al que le tengo particular afecto, y en donde he sido siempre feliz.
También les dejo el enlace directo al Herald y copio el artículo al final:
Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad, William Navarrete, El Nuevo Herald
Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad
* William Navarrete / El Nuevo Herald, 7 de noviembre de 2021
Entre el 17 y el 19 de septiembre se
celebró la vigesimoquinta edición Festival del Libro de Niza, una ocasión no
solo para reanudar, después de un año sin eventos de este tipo, con los
encuentros literarios, sino también para festejar el hecho de que la capital de
la Riviera Francesa acababa de ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad
por la UNESCO.
El Festival, organizado por Stephane
Corsia, Frédéric Garnier y Christian Giraud que encabezan la agencia MPO
encargada de la realización de eventos como éste en diferentes lugares de
Francia, sirvió también de tribuna para que la Alcaldía de Niza, gobernada por
Christian Estrosi, dedicara la cena de gala del festival a este acontecimiento.
En los jardines de la Villa Masséna, un palacete construido en 1898 por un
arquitecto danés para un príncipe de la nobleza de Imperio, se llevó a cabo la
cena de gana. Y sobre la fachada posterior de la villa, aprovechando su
excepcional belleza, se proyectó un espectáculo de “sonidos y luces” que recorrió
los diferentes monumentos por los que la UNESCO incluyó a Niza en su lista patrimonial.
Desde mediados del siglo XVIII Niza atraía
a las familias pudientes del norte de Europa que venían a pasar el largo invierno
a orillas de su bahía de los Ángeles. La ciudad, que se beneficia de un
microclima, era parte del Reino de Saboya, y por ello posee un rico patrimonio
arquitectónico barroco propio de las ciudades de la península italiana. Los
ingleses también formaban una colonia numerosa, al punto que al barrio de la
Cruz de Mármol se le llamaba comúnmente Newborought. Fueron ellos los que, desde 1824, instaron a la municipalidad
para que concibiera un paseo marítimo a orillas del mar que, como es lógico,
terminaría llamándose “Paseo de los Ingleses”.
Eran también asiduos los nobles rusos, prusianos
y austrohúngaros. El zar y la zarina se instalan con toda su corte, y los
blancos rusos construyen hermosos palacetes en las colinas. Dos iglesias rusas
de finales dan fe la importancia de esta colonia y a una de ellas, la San
Nicolás (1912), se le considera como el edificio ortodoxo más hermoso de todos los
que existen fuera de Rusia. En las décadas de 1880-1890 la reina Victoria y su
corte pasan varios inviernos en Niza. Para recibirla se erige en la colina de
Cimiez, en frente de las ruinas de la ciudad galorromana de Cemenelum, el
célebre hotel Excelsior Regina donde también vivió el pintor Henri Matisse a
partir de 1938.
Diferentes barrios de la ciudad se dotan
de villas de estilo ecléctico de la Belle Epoque. En el Mont Boron, Cimiez,
Valrose, Saint-Maurice, Gairaut, etc. abundan los ejemplos de esas casonas con
jardines, terrazas, loggias a la italiana, amplios portales y jardines
ornamentales que son una de las imágenes recurrentes de la Riviera francesa en
todo el mundo. También se construyen elegantes hoteles (Negresco, Ruhl, Palais
de la Méditerranée, Westminster, West-End, Hermitage, Winter Palace), algunos
convertidos en residencias privadas, así como numerosas pensiones para acoger a
un público exigente acostumbrado al lujo y a la vida social. Y para ellos se crean
casinos, salas de juego, clubes marítimos e, incluso, un templo del arte
lírico: la Opera de Niza, cuyo edificio actual data de 1882 tras quemarse el anterior.
Vienen a Niza para crear y pasar largas
temporadas, entre muchos otros, los escritores James Joyce, Chéjov, Nietzsche, Apollinaire,
Louis Aragon, Elsa Triolet; los pintores Chagall, Renoir, Matisse; los
compositores y músicos Albéniz, Verdi, Offenbach, Tchaikovski, Berlioz,
Paganini; los cineastas Cocteau, Truffaut, entre muchos más con su enjambre de
estrellas del cinematógrafo porque en Niza se encuentran los estudios de La
Victorine en donde se producen muchas de las películas de la primera mitad del
siglo XX. No ha de extrañarnos que un tal Marcel Carné filme en esos estudios,
en 1945, Los niños del paraíso. Y el Carnaval de Niza, celebrado desde
1873, se convierte en una de las festividades del invierno que nadie quiere
perderse y que, aún hoy en día, sigue siendo el más popular de Francia.
Otra de las razones por las que la ciudad
ha recibido esta recompensa es su cosmopolitismo. Los extranjeros han marcado
con su presencia la cultura local. Por citar un ejemplo recordemos que, en Niza,
cotidianamente a las 12 del día, retumba un tiro de cañón que puede oírse en
toda la ciudad. La costumbre se debe a un noble escocés, un tal Sir Thomas
Coventry-More, que harto de que su esposa regresara siempre tarde para el
almuerzo, pidió a la Alcaldía en 1860 la autorización para lanzar ese tiro
desde la colina del Castillo para avisarle de la hora. Cuando la pareja regresó
a Inglaterra, los nizardos pidieron a la Municipalidad que se mantuviera el
cañonazo de las doce y, desde entonces, ha retumbado ininterrumpidamente en
toda la ciudad el aviso del mediodía.
Otro buen ejemplo, esta vez gastronómico,
es el de los famosos raviolis de Niza. Si la receta es, como sabemos, de origen
italiano, un buen nizardo suele utilizar para espolvorearlos un tipo de queso
que apenas se conoce en otras partes de Francia: el sbrinz, fabricado en Suiza,
considerado el ancestro del parmesano.
Y si bien Niza dejó de ser italiana en
1860 en que por plebiscito su población decidió que el antiguo condado formara
parte de Francia, la mano de obra tanto en la construcción como en diferentes
oficios, desde la gastronomía hasta los servicios, siguió siendo mayoritariamente
italiana. Y de los vecinos Piamonte y Liguria, además de Umbría, continuó el
éxodo de italianos en busca de mejores condiciones laborales, algo que en la
actualidad no ha dejado de ser una constante con la llegada de calabreses,
sardos y napolitanos.
Niza, capital del turismo de la Riviera
francesa, y ahora Patrimonio Mundial de la Humanidad, es un sueño convertido ya
en realidad, desde que la Ciudad lanzó la candidatura ante la UNESCO en 2012.
* escritor franco-cubano establecido en
París
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