Entrevisto en París a SAR María Teresa, Gran Duquesa de Luxemburgo / El Nuevo Herald
Entrevisto en París a SAR María Teresa
Mestre Batista, Gran Duquesa de Luxemburgo. Un encuentro inolvidable con una
mujer extraordinaria.
Ver: Entrevista a SAR María Teresa deLuxemburgo / El Nuevo Herald / William Navarrete
SAR María Teresa, Gran Duquesa de
Luxemburgo: cuarenta años de entrega a las causas humanitarias
William Navarrete*
Entrevisto en París a la Gran Duquesa
María Teresa de Luxemburgo, esposa del jefe de Estado de ese pequeño y poderoso
país en el corazón de Europa. Nos encontramos mientras dirige su propia mudanza,
de un barrio a otro de la ciudad. Constato enseguida la fuerza que emana de
ella. Fuerza de voluntad, por supuesto, pero también mucha cordialidad, simpatía
y profesionalismo. La Gran Duquesa acaba de recibir la triste noticia del
fallecimiento de su hermano Luis Laureano Mestre Batista en Ginebra, de quien
estaba muy pendiente pues había enfermado meses antes.
SAR María Teresa nació en La Habana
(Cuba) en 1956 y cuatro años después salió con su familia al exilio. Desciende
de una de las familias más prominentes de la isla, desde el punto de vista
económico, pero muy querida también por su labor filantrópica. Agustín Batista
González de Mendoza, su abuelo materno, fue propietario, hasta que el castrismo
embargó sus bienes, del banco Trust Company of Cuba, de doce centrales
azucareros, del cine-teatro Payret, una fábrica de pinturas, otra de
fertilizantes, entre otras empresas. También fundó el Patronato Pro Música
Sinfónica de La Habana, la Orquesta Filarmónica, y fue benefactor de hospitales
y de la sociedad Pro-Arte. Su esposa, María Teresa Falla Bonet, hija de
santanderinos originarios de Hoz de Anero, junto con su hermano Eutimio,
también propietario de colonias e ingenios, fundó el dispensario “Dolores
Bonet” (nombre de su madre fallecida de cáncer), el Colegio Salesiano de
enseñanza técnica para niños pobres junto a Rosa Pérez Velasco, el Oncológico
Curie del Vedado, y financió la restauración de las iglesias de Bejucal y
Remedios. La fortuna de ambas familias, en la que no mediaba capital
norteamericano alguno, era netamente cubana, o sea, parte de la riqueza nacional.
También cabe recordar la intensa labor de
Víctor Batista Falla, tío de SAR María Teresa, quien fue mecenas literario en
el exilio, fundador de revistas, así como de la editorial Colibrí de temas
cubanos, en Madrid, y quien falleció hace apenas dos años debido al Covid-19.
Como dice el viejo refrán español “de
casta le viene al galgo ser rabilargo” porque SAR María Teresa tras casarse en
1981 con el gran duque heredero de Luxemburgo se dio cuenta de que su posición
privilegiada no significaba mucho si no ponía toda su energía en ayudar a los
necesitados dentro del país, pero en el exterior también.
- ¿Se considera heredera del legado
moral de sus padres y abuelos cubanos?
Mi abuelo Agustín decía siempre “Cuando
has recibido mucho, tienes que dar mucho”. Nosotros nos exiliamos en 1960. Vivimos
primero en Nueva York, pero cinco años después, tras una breve estancia en
Santander (Cantabria), nos instalamos en Ginebra (Suiza). Allí estudié en el internado
Marie-Thérèse en donde obtuve mi bachillerato en 1975 y comencé inmediatamente mis
estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Ginebra. Durante mi carrera
conocí a mi esposo Henri, entonces heredero del Gran Ducado de Luxemburgo.
Siempre tuve muy claro que si estudiaba Ciencias Políticas no era para
dedicarme a la política propiamente dicha, sino para defender a quienes no
podían ni tenían recursos para hacerlo. Mi ideal se situó siempre del lado de
las causas humanitarias desde una visión holística del ser humano. Y esta ha
sido una de mis funciones, además de representar junto a mi esposo al Estado y
ocuparme de la educación de mis cinco hijos.
-Usted
ha trabajado infatigablemente en el ámbito humanitario, algo que le han
criticado porque en el medio al que pertenece no es corriente que una monarca
consorte se dedique en cuerpo y alma a este tipo de acciones. ¿Podría contarnos
un poco de su labor al respecto?
Al casarme con Henri de Luxemburgo, el
gran duque heredero de Luxemburgo, recibí como legado la Fundación María Teresa (maria-teresa.lu) creada
para ayudar a personas con dificultades o necesidades específicas. Muy pronto,
quise sobrepasar el marco nacional y comencé a implicarme en causas
humanitarias en otras regiones y contextos. En 1997, fui declarada Embajadora
de Buena Voluntad de la UNESCO y tras acceder mi esposo al trono, en el 2000,
comencé a recorrer el mundo para ayudar a los niños con dificultades. Visité
Nepal, Malí, Tailandia, Bosnia, Laos, Kenya, Senegal, Burundi, siempre trabajando
codo a codo con el UNICEF. Así fue como llegué al proyecto “Tender una mano” que
trabaja directamente con los niños prisioneros de Burundi y que me permitió no
solo visitar las cárceles, sino intervenir para que cientos de ellos fueran
puestos en libertad y reintegrados a la vida cívica. También me ha interesado
mucho el tema de los trastornos en el aprendizaje, porque en realidad la causa es
siempre más profunda. Fue así como creé el Primer Foro Mundial sobre Trastornos
del Aprendizaje.
- No ha de extrañarnos que Usted
haya recibido numerosas distinciones (Honoris Causa de la Seton University de
Nueva Jersey, el premio Path to Peace que otorga la representación de la Santa
Sede ante la ONU a una personalidad del ámbito humanitario, entre otras). ¿Cómo
surgió la idea de crear la fundación Stand Speak Rise Up
y cuál es su función?
Fue al final de una intervención del Dr.
Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz, sobre el tema de la violación de mujeres
como arma de guerra, que le pregunté cómo podía ayudarle. Fue entonces que
surgió la idea de organizar, en marzo de 2019, un Foro Internacional en
Luxemburgo en el que recibimos a 50 supervivientes de este tipo de violaciones
y a 1200 personas influyentes para que escucharan los testimonios de estas
mujeres. Muchas de las víctimas llegaban con la cabeza gacha, apenadas por tener
que evocar algo tan doloroso, pero salieron del encuentro fortalecidas y listas
para valerse de su experiencia y ayudar a otras víctimas en todo el mundo. Fue
así que se me ocurrió fundar Stand Speak Rise Up (www.standspeakriseup.lu),
junto al Dr. Mukwege y a Céline Bardet, jurista del Tribunal Penal
Internacional. Siempre he pensado que una causa tan difícil como esta necesita
de alguien con mucha visibilidad. Hoy contamos con el apoyo de tres premios
Nobel de la Paz y ayudamos de forma concreta y eficaz a las víctimas, pues las violencias
sexuales y la tortura son bombas de fragmentación cuyos daños repercuten en
todo el tejido social.
- Usted acaba de publicar en París,
en las prestigiosas ediciones Albin Michel y en colaboración con Stéphane Bern,
el libro “Un amor soberano”, que describe sus orígenes, su familia, su vida
antes de que su esposo accediera al trono. ¿Cómo y por qué surgió esta idea?
Quisiera precisar que debo mucho a la
generosidad de Stéphane Bern, uno de los actores principales de la vida
cultural francesa de hoy, su amistad incondicional y su apoyo. Un amor
soberano surgió para festejar mis 40 años de matrimonio con mi esposo, con
quien me casé justamente un 14 de febrero. También conté con la colaboración de
Chékéba Hachemi, la primera mujer afgana diplomática, quien ha sido mi
consejera estratégica.
Durante muchos años me dediqué a labores que
muchos desconocen porque la familia real luxemburguesa siempre ha sido muy
discreta. El libro significó también la oportunidad de recaudar fondos para mi fundación
Stand Speak Rise Up. Cuando le pusimos punto final me di cuenta de que mi
historia de amor lo era también con mi pueblo. Uno de los cambios que introduje
en la Casa Real tuvo que ver con mi necesidad de llevar una vida normal fuera
del contexto oficial, es decir, salir de compras, ir al cine, reunirme con
amigos para cenar o visitar una exposición. Una necesidad imperiosa de tener
una vida normal en paralelo con mis obligaciones y deberes. La gente estaba
encantada de verme en la calle como una luxemburguesa más y no solo en las
tribunas y actos oficiales como sucede con muchas familias reinantes. El libro aborda
todo esto, además de la vida junto a nuestros cinco hijos, y algo sobre mis
orígenes cubanos. Mi esposo siempre ha dicho: “La Monarquía es una pareja”. Le
agradezco infinitamente su confianza y enorme respaldo. Sin él este libro no
hubiera tenido razón de existir.
*Escritor franco-cubano establecido en
París
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