Siempre Granada - en El Nuevo Herald

Escribo para El Nuevo Herald la primera entrega sobre mi viaje a Granada. La Alhambra queda para la segunda. Ver enlace abajo y el pdf y algunas fotos personales que no aparecen en el diario, también.

Siempre Granada / William Navarrete / El Nuevo Herald




Siempre Granada

William Navarrete*

La Granada en la que estuve en 1995 y la que visité recientemente no tienen nada que ver. Hay ciudades que, con el tiempo, sufren la depauperación y el abandono debido a la mala gestión de los políticos, mientras otras crecen y se desarrollan de manera armoniosa. Entre estas últimas se encuentra Granada, mítica ciudad andaluza, bastión final de los reinos moros en la península ibérica hasta 1492, coronada por La Alhambra y uno de los conjuntos arquitectónicos más admirables de la historia del arte mundial.



Llegué a la capital andalusí en tren desde Madrid con el boleto para visitar La Alhambra reservado con un mes de antelación, pues es imposible decidirse en el último momento ya que no hay cupo para quienes no prevén esta visita a tiempo.

Me dirigí primero a la iglesia Nuestra Señora de las Angustias, de acusado barroco y concluida en 1671 con portada de Bernardo de Mora. No está lejos del río Genil y se halla al principio de la carrera de la Virgen, agradable alameda que comunica a los jardines del Salón con la plaza del Campillo. Casi frente al templo se encuentra la Casa Ysla, una antigua pastelería y cafetería fundada en 1897, con varias sucursales en la ciudad, cuya especialidad es el típico pionono de Santa Fe, un bizcocho enrollado empapado de almíbar y relleno de crema pastelera, inventado en honor al papa Pío IX.



Como es posible comprar una entrada combinada con acceso a varios monumentos de la Arquidiócesis de Granada, adquirí el que me permitía visitar la Catedral, la Capilla Real, el monasterio de la Cartuja y el Monasterio de San Jerónimo. La Catedral, iniciada en 1523 por el arquitecto Enrique Egas y terminada por Diego de Siloé, forma parte del vasto proyecto arquitectónico que tras la Reconquista emprendieron los Reyes Católicos. Dentro pueden verse retablos, lienzos y piezas escultóricas de Alonso de Mena y Pedro Atanasio Bocanegra, además de la contribución del polifacético artista y arquitecto Alonso Cano quien cerró en el siglo XVII el espacio gótico y renacentista original de Siloé. Al edificio se añaden la Capilla Mayor, en donde descansan los restos de los Reyes Católicos y se atesoran importantes cuadros y esculturas (Mena, Memling, Botticelli, etc.), así como la iglesia parroquial del Sagrario, en el costado derecho.

Camino del monasterio de La Cartuja, me detuve en el antiguo Hospital Real, del otro lado de los Jardines del Triunfo, un edificio construido a principios del XVI por Isabel la Católica y Fernando de Aragón y terminado por Carlos V. Hoy sirve de Rectorado a la Universidad y posee varios patios, una impresionante biblioteca con techos de artesonado y una portada de Alonso de Mena, añadida en 1640.



Luego llegué al famoso monasterio de La Cartuja, espléndido edificio barroco fundado originalmente en 1495 por el Gran Capitán, pero muy remodelado en el XVII. La galería de pinturas de Bocanegra y Morales, entre otros pintores andaluces, el claustro de naranjos y la muy barroca iglesia en la que sobresale el exquisito trabajo de taracea en muebles y puertas, son etapas esenciales de la visita.

Diseminadas por la ciudad abundan los ejemplos de arquitectura árabe de antes de la Reconquista, como la puerta Elvira (resto de la antigua muralla), el Corral del Carbón (antiguo almacén árabe con increíble arco de herradura precediendo el zaguán), el palacio de la Madraza (antigua universidad árabe Yusuf I, inaugurada en 1349, detrás de la Catedral), el pequeño alcázar del Genil y también de inspiración morisca como el zoco o mercadillo de inspiración árabe, justo entre la Catedral y la hermosa plaza arbolada Bib-Rambla.

En la primera noche cené en la Casa Castañeda, verdadera taberna granadina fundada en 1884, conocida por sus bodegas, su vermú, sus platos y tapas. Fue saliendo de ésta que descubrí el palacio de los Pisa, que visité al día siguiente, y en donde radica el archivo y museo San Juan de Dios, ya que en esta casa palaciega falleció el santo. Además de un valioso mobiliario, atesora cuadros, obras artísticas y objetos provenientes de África, Oceanía y América, lugares en donde la orden de San Juan de Dios fundó hospitales.



Para subir al barrio del Albaicín escogí bordear el río Darro que baña el promontorio en donde se construyó La Alhambra, a partir de la Plaza Nueva y de la iglesia de Santa Ana, cuyo estilo mudéjar es visible en el techo de artesonado y el uso del ladrillo. A lo largo de la carrera del Darro, siempre bordeando La Alhambra, algunos edificios relevantes: el Palacio Mariana Pineda (siglo XVII), el Museo Arqueológico y Etnológico (instalado en la Casa Castril, de 1539, uno de los palacios renacentistas más importantes de la ciudad), la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo (en frente) hasta el Paseo de los Tristes, de donde parte el puente que atraviesa el Darro y da acceso a la cuesta que lleva hasta los jardines del Generalife.

El Albaicín es el alma del cante jondo gitano, aunque también el barrio popular árabe por excelencia de la Granada antes de la Reconquista. Tal vez ambas cosas se relacionan y vale la pena perderse a través de sus callejuelas desde la Cuesta del Chapíz, en donde aparece el monumento dedicado a “Chorrojumo”, patriarca de los gitanos. Algunos irán hasta el Sacromonte pasando por las cuevas de los gitanos, hoy en día ocupadas por tablados y tabernas para turistas, y otros se adentrarán en el Albaicín a partir de la iglesia del Salvador y la de San Nicolás. Al pie de esta última, se encuentra uno de los miradores con vistas espectaculares de la Sierra Nevada y los palacios y murallas nazaríes, en una plazuela en donde tocan la guitarra y cantan artistas ambulantes. Gracias a los consejos de Rocío Cerdá González de Aguilar, une ecijana enamorada de Granada, me senté en la terraza del Juan Ranas, espectacular café con el mejor panorama de La Alhambra.



Hay que perderse en este barrio para descubrir la belleza de patios, casas y callejas. Una de ellas es el museo Max Moreau, donada al Ayuntamiento y buen ejemplo de arquitectura doméstica. También el monasterio de Santa Isabel la Real, la plaza de Miguel Bajo, los miradores La Lona, de los Cavajales, de San Miguel Alto y San Cristóbal, las iglesillas de San Miguel y San José, la Casa de Porras o la de Zafra.

Coincidió mi estancia en Granada con el festival de guitarra flamenca que organiza una vez al año la Diputación y que tiene como sede el Palacio Condes de Gabia. En este barrio se encuentra el Museo Casa de los Tiros y la iglesia de Santo Domingo.



El tercer día de estancia en Granada lo dediqué completamente a La Alhambra, de la cual contaré en próxima entrega y durante el último estuve en la Huerta de San Vicente, casa veraniega de la familia Lorca en donde vivió y escribió algunas de sus obras Federico García Lorca, convertida en museo tras adquirirla el Ayuntamiento en 1985. También el monasterio de San Jerónimo, el primero construido tras la Reconquista, a partir de 1505, con un claustro principal de genuina decoración renacentista y una iglesia de estilo gótico tardío. 

* escritor establecido en París.



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