Wimar Verdecia: dibujos que desde París hablan por sí solos - El Nuevo Herald
Les dejo este artículo que publiqué recientemente en El Nuevo Herald sobre una exposición de Wimar Verdecia, prometedor dibujante cubano que se ha establecido recientemente en París.
Enlace directo: Wimar Verdecia / El Nuevo Herald / William Navarrete
Wimar Verdecia:
dibujos que desde París hablan por sí solos
William
Navarrete*
En la calle del Oise,
muy cerca del canal Ourcq, en París, hay un café llamado Le 61 que periodistas
y artistas suelen frecuentar. Con frecuencia, allí se reúnen corresponsales de
guerra, se presentan libros y se llevan a cabo exposiciones de artistas. Es lo
que se llama, en el buen sentido, un sitio alternativo, fuera de los circuitos más
mediáticos, y en el que se puede debatir abiertamente sobre cualquier tema.
No me extrañó
entonces que para la exposición que Le 61 exhibe durante mayo/junio escogieran
a Wimar Verdecia Fuentes, caricaturista y diseñador cubano, nacido en el pueblo
de Bejucal, al suroeste de La Habana, en 1987. Bajo el título de “Resiliencia”,
Wimar muestra los trabajos que realizó durante el tiempo que, junto a su
esposa, la periodista cubana Laura Seco Pacheco, esperaban en París la
respuesta a sus solicitudes de asilo político.
Graduado de Artes
Plásticas en la escuela de instructores de arte de Rancho Boyeros y de
licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Fructuoso Rodríguez, de
San José de las Lajas, en el 2014, trabajó en Cuba como profesor hasta que le
propusieron impartir cursos en Caracas. Fue en 2012 cuando aceptó un contrato
de dos años en Venezuela, un país del que regresó al cabo de solo dos meses por
las pésimas condiciones de trabajo y la peligrosidad del cerro de Valle-Coche
en donde lo situaron.
“La estancia en
Venezuela me abrió los ojos sobre cómo podía ser, a pesar de todo, la vida
fuera de Cuba y, al mismo tiempo, significó mi primera ruptura con el gobierno de
la Isla porque a partir de mi renuncia me ubicaron en la Casa de la Cultura de
Bejucal y tres meses después me dejaron cesante porque les molestaba que
hubiera pedido que revocaran mi contrato en Caracas”, afirma.
Para Wimar ha
sido una especie de fatalismo geográfico el hecho de haber nacido en un medio
muy humilde, ser hijo de una madre soltera y haber crecido en Río Hondo, una
comunidad creada en la década de 1970, en realidad un proyecto en el campo, en
medio de la nada, a 12 kilómetros de Bejucal, con apenas unos seis edificios,
una escuela y una bodega. “Las personas que como yo procedemos de lugares tan
marginales nunca tuvimos posibilidades de matricular en las escuelas de arte de
La Habana o en la Universidad de la capital, ni de salir del estrecho marco de
nuestra condición”, confiesa.
Su pasión por el
dibujo comenzó cuando de niño, Elena Benítez, una señora mayor que lo cuidaba, lo
dejaba hojear los libros que ella conservaba. En 2014, pudo inscribirse en unos
cursos del Instituto Cubano del Cine (ICAIC) y realizar junto al escritor Omar
Felipe Mauri una historieta basada en la historia de Juan Delgado, personaje de
Bejucal conocido por haber recuperado y escondido los cadáveres de Antonio
Maceo y Panchito Gómez Toro tras sus caídas en combate en 1896. Fue su primer
trabajo en este ámbito y, luego, publicó cuatro historietas más.
“Me di cuenta de que
de esto no se podía vivir, porque la censura cubana escrutaba cada línea y cada
dibujo, y el proceso de publicación demoraba hasta dos años, de modo que no
recibías ninguna remuneración mientras tanto”, afirma. Fue la razón por la que,
aprovechando el contexto de cierta apertura relacionada con el acceso a
asesorías auspiciadas por Cuba Emprende, un sitio de la Iglesia Católica cubana
que orientaba a quienes deseaban abrir su propio negocio, se vinculó con el
ámbito de las revistas digitales e historietas mediante la web.
Vinieron los años
en que trabajó para El Toque, cuando dirigió, a partir de 2019, un
suplemento digital dentro de esta plataforma multimedial independiente llamado
“Xel2”, enteramente dedicado al humor gráfico, político y social. El Toque
tenía una revista de comics y animación que se publicaba en el paquete semanal
(un conjunto de programas televisivos del extranjero almacenados en una memoria
flash y previamente autorizados por el gobierno).
“Cada semana abordaba
un tema de actualidad, de modo que tenía que estar al día sobre lo que estaba
ocurriendo en el país”, explica cuando indago por qué en la muestra de París
hay tantos dibujos que hacen referencia a temas de política internacional.
Y vino también el
tiempo de las amenazas a raíz de su cobertura mediática de la acampada de
jóvenes frente al Ministerio de Cultura en La Habana el 27-N en 2021 y la
consiguiente represión que el propio gobierno negaba.
“A partir de 2022
el gobierno empezó a hablar del nuevo Código penal que preparaba para procesar
a los periodistas independientes considerados como mercenarios”, revela. Para
Wimar comenzó un periodo de incertidumbre en que buscaba cómo salir de la isla.
Ya había sido interrogado y amenazado, y como en épocas del Caso Padilla fue
parte de una declaración típica de los procesos de Stalin y forzado a renunciar
a su colaboración con El Toque mediante una de esas autocríticas infames
que han sido tan corrientes en la vida pública cubana desde 1959. Como ha
sucedido en muchos casos, le prometieron dejarlo salir de Cuba, acompañado de
Laura Seco, si dejaba de dibujar.
En esas
condiciones y gracias a la gestión de Cartoon for Peace, una organización
fundada por el caricaturista francés Plantu y por Kofi Annan, ambos consiguen
salir vía París, en donde no conocían a nadie. Fueron acogidos en la Casa del
Periodista a partir de diciembre de 2022, a la espera de obtener el asilo. Y
algo bastante poco frecuente en Francia, se les reconoció como refugiados políticos
y obtuvieron el anhelado estatus once meses después.
La muestra en Le
61 resume la actividad que desarrolló durante ese año de incertidumbre. Como no
podía trabajar ni integrarse a la sociedad dio rienda suelta a la creatividad.
De ahí el título de resiliencia, ya que se trataba de no dejarse vencer por el
desánimo mientras vivía en una residencia en la que nadie hablaba la misma
lengua que ellos, ni ellos la de nadie y, ni siquiera, la del país que los
acogía. Son trabajos que, a decir del propio Wimar, eran terapéuticos, a la vez
que le permitían seguir indagando en ese “lenguaje universal que es el dibujo”.
Como artista
afirma interesarse por la política y el humor: “La política es un marco del que
no podemos prácticamente salir cuando formamos parte de una sociedad y el
dibujo su carné de viaje por las peripecias de la vida”.
Para conmemorar
las protestas cubanas del 11 de julio y en colaboración con la asociación “France
pour la Démocratie à Cuba”, realizó un gran fresco en el distrito 19 de la
capital francesa. También participó y obtuvo el Premio “Crayon de porcelaine”
por el Salón del Humor de Saint-Just-le-Martel, vigente desde 1982. La obra de
Wimar en libertad apenas comienza ahora. Estoy convencido de que con su trabajo,
la calidad de su trazo y su ojo agudo dará mucho de qué hablar.
* Escritor
establecido en París
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