Mi reciente viaje a San Remo (Italia) / El Nuevo Herald
Les dejo mi reciente estancia en San Remo, ciudad de la Riviera de las Flores italiana. Visité la Villa Nobel y el teatro donde se celebra el Festival de la Canzione anualmente. Les copio el escrito e incluyo el enlace al diario:
San Remo, perla de la Riviera italiana de las flores / William Navarrete / El Nuevo Herald
San Remo, perla
de la Riviera italiana de las flores
* William
Navarrete
Hace unos años
San Remo, la célebre ciudad balneario italiana de la costa ligur, se veía un
poco abandonada. Era la razón por la que no había regresado desde hace tiempo y
pasaba de largo en dirección de otras ciudades de la Riviera de las flores
italiana, del otro lado de la frontera con Francia, sin detenerme.
Este verano
decidí volver, en cierta medida porque la Riviera francesa ha estado muy
saturada de turismo y decidí probar suerte del lado a la espera de encontrar un
ambiente más despejado. Grande fue mi sorpresa al descubrir que todo el centro
de esta mítica ciudad había sido rehabilitado y que una de sus arterias
principales, la vía Giacomo Matteotti, en donde se encuentra el teatro Ariston,
sede del Festival de la Canción de San Remo, iniciado en 1951, se ha convertido
en una arteria peatonal con decenas de cafés, restaurantes, comercios y tiendas
elegantes. El recién restaurado Palacio Borea d’Olmo, un elegante edificio del
siglo XVI que fue remodelado en estilo barroco, es un ejemplo de la
magnificencia de los edificios del centro.
San Remo comenzó su
vocación aristocrática y turística cuando en 1855 la condesa Adela Bianchi
construyó una primera villa en la colina de Berigo con el objetivo de
alquilarla durante todo el invierno. Vino luego la construcción del ferrocarril
en 1872 y la llegada de los primeros aristócratas rusos, tras la estancia de la
zarina Maria Alexandrova, esposa del zar Alejandro II. A partir de ese momento
empieza la construcción de hoteles de lujo, unos quince en menos de 30 años.
Surgen así el primer balneario (1874), el velódromo y, sobre todo, el Casino
municipal, inaugurado en 1906 para hacerle competencia a los de Niza y
Montecarlo.
En 1913, gracias
a la donación de un terreno por el conde Giuseppe Tallevici, cuya esposa era
una noble rusa, pudo ser inaugurada la iglesia ortodoxa, uno de los edificios
más emblemáticos de la ciudad, con cinco cúpulas policromas, a la usanza de la
arquitectura bizantina utilizada en los templos rusos. El edificio ha sido
completamente restaurando en fecha reciente.
Entre finales del
siglo XIX y las primeras tres décadas del XX muchas personalidades se instalaron
en San Remo o, simplemente, venían a pasar largas temporadas. Una de ellas fue
el químico sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita y otros explosivos, algo
que le permitió amasar una fortuna colosal y, en consecuencia, la dotación
testamentaria que permite desde 1901 otorgar los diferentes premios Nobel por
parte de la Academia sueca encargada de concederlos en cinco disciplinas a
personalidades que permitan realizar progresos en materia de diplomacia,
literatura, química, fisiología y medicina.
Pero en 1891,
cuando Alfred Nobel vivía en París, una campaña de prensa se ensañó contra él,
acusándolo de haber vendido al gobierno italiano los derechos de uso de la
balística. Entonces se instaló en San Remo, en donde compró una villa que ya
había sido construida, en estilo neogótico y con jardines que bajan hasta el
mar. Se trata de la Villa Nobel, en donde falleció en 1896 y convertida hoy en museo,
después de la adquisición por las autoridades de la provincia de Imperia. Allí
están reunidas algunas de sus pertenencias, muebles y el laboratorio con los
utensilios que le permitían realizar sus experimentos.
Curiosamente, la
Villa Nobel se halla frente a otra hermosa mansión, en la que vivió el
periodista, escritor y político mexicano Ignacio Manuel Altamirano, fallecido
también en San Remo en 1893. Y en la misma manzana se encuentra la Villa
Adriana (antiguamente Natalia), en donde vivió la poeta ucraniana Lesja
Ukrainka a principios del siglo XX.
A pocos metros de
allí, la Villa Ormond y sus estupendos jardines a ambos lados de la vía
Aurelia, fue construida a finales del XIX por un productor de tabaco suizo y
transformada por su viuda después del terremoto de 1887. En sus jardines vi
fabulosas higueras de Bengala o banyan, también llamado gomero de la India, con
troncos de varios metros de diámetro e impresionantes raíces aéreas. Otro de
los mejores ejemplares de esta especie puede ser contemplado en los jardines de
la Villa Zirio, construida por un banquero marsellés así apellidado, y actual
sede de la Orquesta Sinfónica de San Remo, fundada en 1905 y una de las más
antiguas de Italia.
De San Remo era
también Mario Calvino, importante botanista y agrónomo italiano, quien se
instaló en Cuba en 1917, razón por la cual su hijo, el célebre escritor Italo
Calvino, nació en 1923 en el poblado de Santiago de las Vegas, a pocos
kilómetros al sur de La Habana. Gracias a esa estancia en la isla tropical
caribeña llegaron entonces a San Remo, en 1925, árboles frutales como el
aguacate, la papaya, la guayaba y la toronja rosada. Fue Mario Calvino quien
transformó a San Remo en “la Ciudad de las Flores”. Italo Calvino vivió en la
ciudad de su padre unos veinte años, exactamente en la Villa Meridiana, la
casona familiar rodeada de la vegetación montañesa de la Liguria y ámbito
literario de muchas de sus obras, en las que aparecen también el fuerte de
Santa Tecla, el cine Centrale, el Casino y el barrio antiguo de la Pigna, la
ciudadela medieval, verdadero laberinto de callejones y plazuelas. Hoy en día,
la Villa Meridiana, salvada por puro milagro, se encuentra rodeada de edificios
de viviendas construidos en la década de 1960 sin criterio estético alguno.
De mayor
antigüedad es la iglesia San Siro, construida en el siglo XII y de estilo
románico, así como el fuerte Santa Tecla, erigido en 1755 por la República de
Génova, con el objetivo de proteger a la ciudad contra las aspiraciones de sus
habitantes de formar parte del reino de Cerdeña. Otras iglesias barrocas como
la del convento de los Capuchinos o la de Santa María de los Ángeles, al
principio del corso Garibaldi, también han sido restauradas.
San Remo sigue
siendo la ciudad del dolce farniente. Sus balnearios (como el Victory Morgana)
continúan brindando servicios de playa y restaurante a los bañistas. Sus
museos, monumentos, jardines y comercios garantizan una estancia muy agradable
lo mismo en verano que en invierno.
* Escritor
establecido en París
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