Estellenc - Mallorca (9)

Entre Sant Elm y Valldemossa el relieve es muy abrupto. Solo una carretera permite recorrer la costa noroeste de la Tramontana de Mallorca. Colgados al borde de barrancos y precipicios que descienden hasta el mar hay algunos pueblos que durante mucho tiempo permanecieron aislados y a los que se solía llegar solo en barcas de pescadores. Uno de esos pueblos se llama Estellenc. Dejamos el carro en la carretera principal y única, y decidimos bajar hasta el mar caminando. Los habitantes supieron sacar provecho provecho de las partes menos accidentadas del relieve, y construyeron en estas sus casonas de piedras y cultivaron sus huertos. Durante nuestro descenso un perro labrador -que salió del patio de una de las propiedades a orillas del camino- decidió acompañarnos. Se veía que conocía el camino de memoria, y de vez en cuando se nos adelantaba y nos esperaba, o se quedaba atrás y luego nos alcanzaba. Al final del camino de bajada dimos con la pequeña cala o ensenada en donde solo había dos francesas que se bañaban. El perro no lo pensó nos veces. Nos miró como pidiendo permiso y se lanzó al agua y nadó y jugueteó con las francesas en las aguas transparentes, frías y profundas de la caleta. Como a los franceses les encantan los perros parecían todos felices, empezando por el propio can. Nosotros no quisimos bañarnos porque a pesar de que había más de 30 grados no teníamos ganas de cubrirnos de sal ya que en ese sitio no había ducha ni fuente de agua dulce para ducharse y teníamos que seguir la ruta. Cuando nos cansamos de contemplar la belleza de la cala llamamos al perro con palmadas. Obediente y fiel, salió del agua, se sacudió y nos acompañó cuesta arriba durante todo el camino de regreso, parándose cada vez que nosotros lo hacíamos para recoger cerezas o nísperos de los árboles al borde del camino. Cuando llegamos a la carretera principal, nuestro compañero de excursión desapareció, probablemente camino de su casa. En realidad, lo que buscaba antes era a alguien para bajar a darse un chapuzón y que le sirviera, a su vez, de compañía, tal vez para aburrirse menos durante la bajada. Nos sorprendió la inteligencia de este labrador que, dicho sea de paso, es una de mis razas preferidas de perro.







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