Carabanchel, el nuevo mini Soho de Madrid - En El Nuevo Herald / William Navarrete
Tras mi reciente visita a Madrid pude visitar algunos de los espacios y galerías en el barrio de Carabanchel. Entre ellas el Espacio René Francisco, del artista cubano así llamado. Una verdadera revelación, inesperada en ese barrio y que cuento en el Herald dominical:
Carabanchel, el nuevo mini Soho de Madrid / William Navarrete*
Con Madrid me pasa como con París. Más
allá del perímetro de mi propio atlas citadino la ciudad me parece borrosa. De
modo que cuando me hablaron de exposiciones de arte en el barrio de Carabanchel,
confieso que tuve que informarme en cómo llegar hasta allí. Y es que
Carabanchel ha sido, desde sus orígenes como barrio obrero, un sitio en el que
abundaban fábricas y talleres a donde solo iban quienes vivían y trabajaban allí.
Como muchos sitios con locales de mucho potencial (fue el caso de Wynwood y del
Design District de Miami) esta zona del sur de la capital española se está
convirtiendo poco a poco en obligada referencia del arte contemporáneo.
En el N° 37 de la calle Nicolás Morales,
el artista cubano René Francisco Rodríguez (Holguín, 1960) acaba de inaugurar hace
un mes su propio local (Espacio René Francisco) en un antiguo taller de
disfraces abandonado y en muy mal estado que transformó en luminosa galería. La
pandemia tuvo mucho que ver en esta decisión, pues lo sorprendió en Alicante,
en donde pasó dos años madurando su proyecto.
A René Francisco Rodríguez le había
perdido la pista desde que en 1999 expuse su obra, cuando me dedicaba a la
curadoría, junto a la de Eduardo Ponjuán, Ulises González, Carlos Alberto
García, el Atelier Morales y otros artistas cubanos, en el Centro Europeo de la
Joven Creación, en Estrasburgo (Alsacia). En ese entonces, su obra se enfocaba
más en el hombre fundido en un espacio urbano que en la dimensión individual
propiamente dicha, pero el común denominador de todas sus etapas ha sido
siempre, y sigue siéndolo, el sarcasmo con que aborda utopías y espejismos, los
cuestionamientos políticos y la cultura como paradigma sociopolítico.
A este artista talentoso y singular, le
ha interesado siempre entrar en ósmosis con su entorno plástico. Ha sido, por
así decirlo, un creador de artistas exitosos, pues durante años enseñó desde su
propia cátedra DUPP (Desde una pragmática pedagógica) en el Instituto Superior
de Arte, sito en el antiguo Country Club de La Habana, en donde había estudiado
entre 1977 y 1982. Maestro y teórico del arte, sacrificó parte de su propia
creación en favor de la enseñanza. Labor didáctica que le valió un premio UNESCO
de las artes en 2000 y el reconocimiento de la Bienal de Venecia cuando
presentó el trabajo de terreno realizado en el barrio marginal habanero El
Romerillo en 2007. Y aun cuando parece tomar ahora por nuevos derroteros, sigue
uniendo y dando visibilidad al trabajo de otros, como es el caso en Coro de
cristales, la exposición colectiva con la que inaugura ahora su Espacio
madrileño, una muestra que permanecerá expuesta durante la primavera de 2022.
Historias tristes contadas con alegría, es la serie de su propia cosecha que expone en Carabanchel. Y
aunque permanece fiel a su técnica (puntillismo, empastes, etc.) ahora todo esto
“ha pasado a una escala superior”, me comenta Dayneris Brito, curadora junto a
Luis Sicre, de la muestra. “Es una serie basada en fotografías existentes y
sobre las que ha pintado, algo muy diferente de lo que hacía antes”, prosigue
Brito, quien se graduó de Historia del Arte en la misma facultad de la
Universidad de La Habana en que estudié yo dos décadas y media antes y, quien,
para asombro mío, tuvo o conoció a muchos profesores que también fueron los
míos.
La muestra exhibe también la obra de
otros artistas cubanos como Lorena Gutiérrez Camejo, Alexandre Arrechea,
Esterio Segura, Alejandro Campins, Dagoberto Rodríguez, el sorprendente José
Manuel Mejías, que vive en La Habana y expone su obra “Así huele a miedo” que
tal parece va convirtiéndose poco a poco en cenizas, entre otros, todos cubanos.
Y por la parte española pueden verse trabajos del valenciano Josep Tornero, de la
madrileña Paula Anta y del andaluz Carlos Aires, con una interesante propuesta
de platos decorativos amontonados (“Bon appétit”) o de billetes sobre los que
dibuja con mucha ironía iconos de la Historia.
Carabanchel se ha ido poblando poco a
poco de lo más innovador del arte del siglo XXI. En la manzana paralela al
Espacio René Francisco está, desde hace unos años, el Espacio Mala Fama / Nave
Oporto (calle Pedro Díez, N° 25), un verdadero hervidero artístico en un
antiguo polígono industrial de tres plantas que recibe ahora muestras y
talleres, desde que Carlos Aires (quien tiene su propio taller allí) impulsara
este proyecto de impresionante sinergia entre creadores. Y no lejos de allí
Casa Banchel, otro espacio de arte contemporáneo en la calle Santiago Estévez,
proyecto de casa-contenedor, vivienda, centro de creación, polo de exposición.
O galerías como Espacio VETA, La Gran, Sabrina Amrani y Benveniste
Contemporary.
En Nave Oporto, también se expone la obra
de algunos de los presentes en Coro de cristales. Me llamó
particularmente la atención el trabajo de Lorena Gutiérrez Camejo y su obra ¿Dónde
están los héroes? que ya había expuesto con anterioridad en la Bienal de
Berlín junto a la obra de las también cubanas Belkys Ayón y Ana Mendieta. Un
guiño lleno de perspicacia a la narrativa del poder concebido a partir de las
barras decorativas de las órdenes y distinciones militares u oficiales que
suele utilizar el Poder para nutrir egos fundacionales, fabulaciones a
destiempo de la verdadera Historia, prebendas que no tardan en volverse
polvorientas. En Lorena hay algo de la estética a la Mondrián, pero plagada esta
vez de información y referencias ideológicas, como arcoíris coloridos que no
son anunciadores festivos, sino siniestros recuerdos.
En Nave Oporto pude ver también la obra de
Alejandro González. Imágenes de lugares míticos de la isla, convertidos en
ruinas o en proyectos fallidos (la central nuclear de Juraguá, el antiguo casino
Montmarte/restaurante Moscú de La Habana, derrumbes de sitios irreconocibles, entre
otros). Así como obras de Elvira Amor, Marta Corsini, Belén Fod, Sonia Navarro,
Manuel Saro, Santiago Ydáñez e Isidro Blasco, entre muchos artistas más.
Las exposiciones precedieron y
cohabitaron con la Feria de Arte ARCO Madrid, el acontecimiento clave del
panorama plástico español. Al barrio de la calle del Doctor Fourquet, detrás
del Reino Sofía, le sigue ahora este mini Soho madrileño que está lejos de
haber dicho la última palabra.
* Escritor franco-cubano establecido en
París
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