Toshiko Takaezu: Consagración en Venecia – en El Nuevo Herald

Escribo en el El Nuevo Herald sobre esta original artista (fundamentalmente ceramista) norteamericana, de origen japonés y hawaiano. Toshiko Takaezu (1922-2001) es su nombre y por primera vez su obra viaja a Europa para ser expuesta en la Bienal de Venecia 2022. Aquí mi artículo:

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Toshiko Takaezu: Consagración en Venecia – El Nuevo Herald / William Navarrete





Toshiko Takaezu, consagración en Venecia

 William Navarrete*

Resulta difícil escoger un artista entre tantos expuestos en la Bienal de Venecia 2022 que se celebra entre el 23 de abril al 27 de noviembre en el Arsenal de la histórica ciudad. Me decido por una norteamericana, nacida en Hawái y de orígenes japoneses pues se celebra este año el centenario de su nacimiento. Es la primera vez que trasciende de este lado del océano con una exposición que marca el reconocimiento a su larga carrera transcurrida esencialmente en Estados Unidos.

Se trata de la ceramista y pintora Toshiko Takaezu (1922-2011), considerada como pionera en el ámbito de la cerámica artística estadounidense. Sus padres, inmigrantes japoneses de la isla de Okinawa a Pepeekeo (isla Hawái) primero, a la de Maui después, educan a sus once hijos, de los cuales Toshiko será la sexta. Vive en un hogar impregnado de valores tradicionales, y tal vez por ello expresará más tarde, a través de sus creaciones, una estética deudora de influencias niponas, aunque también de los paisajes volcánicos de la mayor de las islas del archipiélago del Pacífico, en donde vive los primeros años de su vida. No lejos de su ciudad natal se encuentra el parque de los volcanes, entre los que figuran el Maunaloa y el Kilaue, de frecuente actividad. El magma corre por las laderas para despeñarse en el océano y algo de su atractiva textura y de las formas que va adoptando durante su recorrido se aprecia en algunas de sus obras.

En 1940, Toshiko trabaja como sirvienta en una hacienda cerca de Honolulu, pero como le queda tiempo libre comienza a trabajar en el gremio de ceramistas de la ciudad, en donde podrá perfeccionar su propia técnica. Entonces, alentada por un teniente de los Servicios Especiales de Estados Unidos matricula en la Academia de Artes en donde estudia la cerámica con Claude Horan y termina mudándose al continente, para asistir a los cursos de la academia de arte Cranbrook, en Bloomfield (Michigan) durante 1951 y 1954. De esos años de formación adicional data la influencia de la artista finlandesa Maija Grotell, quien le inculcó la importancia de la individualidad y la manera en que debía conectar su trabajo con su herencia oriental. Resultado de este intercambio fue el viaje de ocho meses que emprendió en 1955 por todo Japón. Allí quedó impresionada por las técnicas de la cerámica tradicional y moderna, y conoció a eminentes artistas como Toyo Kaneshige y Yagi Kazuo, además sumergirse en la filosofía del budismo zen.

La confluencia Oriente-Occidente, generó en su trabajo una miríada de temas, en los que la integración de la naturaleza estará presente siempre. La arenisca y la porcelana son los materiales con los que más trabaja en esos años, para dar forma de vasijas completamente. Del valor utilitario o simplemente ornamental, Toshiko pasa a un tipo de objeto que no es ni artesanía ni producción en serie, alejándose del estrecho marcho al que se reducía el trabajo de los ceramistas de entonces.

Algunas obras alcanzan hasta seis pies de altura, otras son moldeadas a semejanza de las curvas de una mano. La superficie esmaltada, en ocasiones con efectos de salpicaduras, goteo, cepillado o efectos de vertido completamente deliberados, proporciona gran riqueza a su delicado trabajo. El movimiento generado por el acto creativo y el efecto final de la obra terminada tienen algo de danza manual, como si las piezas girasen sobre sí mismas en un torno o en el momento en que se define su forma.

Toshiko enseñó en Cranbrook, Alburquerque, Madison, Cleveland y finalmente en por 25 años en Princeton (1967-1992), cuando se estableció en Clinton durante cinco años. Luego se mudó al caserío de Quakertown (Nueva Jersey) llamado Flemington, en donde aún sigue en pie su taller, al que asisten estudiantes y artistas. Su taller en medio de un campo en donde podía cultivar su propio huerto era una constante fuente de inspiración, porque las formas de las legumbres, los tubérculos, las plantas y las flores terminaban impregnando su propia creación.

Artista polifacética, capaz de experimentar con nuevas técnicas y fuentes, su obra ha sido clasificada por la Fundación que hoy lleva su nombre según etapas bien definidas, entre las que figuran, las formas cerradas al torno, las lunas llenas, la serie estelar, las formas cerradas hechas a mano, la serie de la Tierra, las campanas de bronce, los bronces esculturales, los objetos utilitarios, las estructuras de cáñamos inspiradas de troncos de árboles, además de tejidos, esteras y pinturas sobre lienzo.

Este año, la Bienal de Venecia ha sido en gran medida dedicada al tema de las minorías étnicas y de las mujeres. Se exhiben, por ejemplo, obras de la española Remedios Varo, de la mexicana Leonora Carrington, de la francesa de origen ucraniano Sonia Delaunay o la cubana Belkis Ayón, entre muchas más.

Frente al espacio dedicado a Toshiko se muestra la obra de Ruth Asawa, otra escultora nipona-americana, nacida en Norwalk, California. Es difícil catalogar la obra y vida de Toshiko Takaezu de minoría, pues como artista estuvo perfectamente integrada y reconocida por el mundo cultural de las academias anglosajonas norteamericanas y, como tal, fue presentada desde siempre en todas partes. Aunque cultivó o integró la particularidad de su identidad, nunca se sintió excluida ni se le tomó como un elemento foráneo a su entorno cultural.

La cerámica era para ella una forma de excrecencia de la vida. E incluso el interior de sus recipientes cerrados contenía pequeñas bolas de arcilla para que, al moverse, generaran el ruido que suelen hacer piedras, terrones, ramas y otros elementos naturales.

Es una suerte poder descubrirla hoy en Europa y también hablar de ella por primera vez en español. Sus obras han sido exhibidas en retrospectivas y exposiciones en Filadelfia, Nueva York, Boston, Gainesville, Honolulu, Racine, Sacramento, Jacksonville, entre muchas otras ciudades norteamericanas, y también en Kioto. En vida recibió numerosas becas y premios, además del nombramiento en 1987 como “Tesoro Viviente de Hawái”. Sus obras se encuentran también en museos públicos como el Art Institute de Chicago, De Young Fine Arts de San Francisco, el Metropolitano de Nueva York, el Bellas Artes de Boston, el Smithsonian, entre otros. Una excelente ocasión para que también sea presentada en Miami durante la feria de Art Basel o en un contexto similar.

* Escritor cubano-francés establecido en París


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