Un excelente libro sobre Dámaso Pérez Prado y el mambo - En El Nuevo Herald
Reseño para El Nuevo Herald el excelente ensayo investigativo del melómano colombiano Sergio Santana Archbold sobre Dámaso Pérez Prado y el universo del mambo cubano. Les dejo aquí el enlace y también la reseña copiada sobre esta nueva entrega de la editorial de Miami UnosOtros:
Pérez Prado y su mambo eterno / William Navarrete / El Nuevo Herald (Viernes)
Pérez Prado y su mambo eterno
William Navarrete* / El Nuevo Herald / 2 de septiembre de 2022
El investigador y melómano colombiano
Sergio Santana Archbold nos sorprende con un muy documentado libro sobre Dámaso
Pérez Prado, el celebérrimo músico cubano, nacido en Matanzas en 1917 quien, si
no fue el creador del término “mambo”, sí fue quien lo internacionalizó al
punto de crear un auténtico ritmo que puso a bailar a medio mundo.
Pérez Prado. ¡Qué rico el mambo!, con prólogo de Josean Ramos, ya es parte del catálogo cada vez
más completo de la editorial UnosOtros de Miami, dirigida por Armando Nuviola. Un
recuento del pasado musical de Matanzas sirve de apertura al libro, ciudad en
la que fue bautizado y en donde estudió piano de niño, primero con la profesora
María Angulo, y luego con Rafael Somavilla Pedroso, en el Conservatorio
Municipal. Allí empezó con su propia agrupación musical, una charanga con la
que amenizaba soirées en las academias de baile y en otros pueblos. En
1932 lo encontramos tocando en la orquesta Hermanos Valladores, conocida por
sus danzones. Hasta que la ciudad le quedó chiquita y se marchó a buscar
fortuna a La Habana.
En la capital, para muchos a partir de
1942, en donde empezó a trabajar en la orquesta del cabaret Pennsylvania, en la
playa de Marianao, y luego con la de Arturo Mesa, en el cabaret El Kursaal.
Poco después tocará con el conjunto de voces Siboney, de Facundo Rivero, y para
ganar algún dinero extra trabajaba como arreglista, entre otros para la
Orquesta Casino de la Playa. Cuenta Santana que, según Rolando Laserie, a Pérez
Prado, los demás músicos le temían por sus arreglos muy complejos. Al punto
que, cuando lo veían venir decían; “Dios mío, ahí viene Beethoven”.
Viajó a Nueva York en 1946, regresó a
Cuba, y siguió rumbo a Puerto Rico en donde tocó el piano durante seis meses
con la orquesta de Domingo Peterson. Un año después lo encontramos en Buenos
Aires, acompañando a la vedette cubana Blanquita Amaro, con quien participó
también en Cuidado con las imitaciones, una película de Luis Bayón
Herrera.
Ya en esa época (1947) Pérez Prado tenía
dificultades para ser aceptado en Cuba. Su música se adelantó mucho a lo que se
tocaba entonces en la Isla, y los productores se quejaban de sus arreglos
extravagantes. Es por eso que, siguiendo el consejo de Kiko Mendive, se marcha
a México, país en donde realmente logra imponer su estilo a partir de 1949,
aunque dejó en grabaciones previas en La Habana un adelanto de lo que estaba
por venir.
Insiste Santana en que, cuando Pérez
Prado llega a México, ya las disqueras en ese país estaban consolidadas y el
cine conocía su época dorada. Se instala por breve tiempo en la casa de la
rumbera cubana Ninón Sevilla. Entre grabaciones en La Habana y otras
prestaciones conoce a Benny Moré, quien, para el autor del libro fue “la voz
que necesitaban sus grabaciones”. Así, en 1949, graba con “El Bárbaro del
ritmo” doce temas, de los cuales seis eran mambos. Un año después, con la RCA
Victor, graba 44 piezas, de las cuales 20 fueron con Benny Moré. De esa cosecha
salieron, entre otros: Mambo N° 5, Mambo N° 8, Qué rico el
mambo, Caballo negro, etc. Comenzaba entonces “la era del mambo”.
El estilo inicialmente no tenía una
coreografía precisa, pero con el tiempo, y gracias a las rumberas cubanas que
trabajaban en México como María Antonieta Pons, Blanquita Amaro, Rosa Carmina,
Amalia Aguilar y la propia Ninón Sevilla, se le impuso una cadencia y unos
pasos que terminaron por definir el género bailable. 1951 marca la carrera
internacional del músico con giras por Cuba, Venezuela, California, Texas (en
donde tuvo un lamentable accidente en Fort Worth, en el que falleció la
cantante cubana Celia Romero y Mongo Santamaría quedó hospitalizado dos meses) y,
finalmente, Nueva York.
Pero en 1953, hecho poco conocido, Pérez
Prado es expulsado de México. Supuestamente por no tener permiso de trabajo. Al
parecer alguien deseaba arruinarle su exitosa carrera. Aunque existen otras dos
versiones sobre los motivos de la expulsión que el libro ofrece. Para Cuba fue
muy beneficioso porque, apenas llegado, apareció en el recién estrenado Canal 2
(Telemundo) de Amadeo Barletta. El mambo se bailaba en todas partes y era parte
de las revistas musicales en los cabarets de la isla. En 1954 partió rumbo a
Los Ángeles, y en abril de ese año ya estaba grabando en Hollywood.
El libro ahonda también en la polémica de
quién inventó el mambo. Se explica muy bien en qué se diferencia una pieza de
Israel López “Cachao” llamada Mambo (1935), se evoca el aporte de
Arsenio Rodríguez y también el de Bebo Valdés. El caso es que el estilo de
Pérez Prado suena completamente diferente, “mucho más cerca de lo
norteamericano”, según el musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala.
El ensayo aporta detalles del mambo que
se tocaba entonces en el Palladium de Nueva York, de los pleitos legales contra
su hermano Pantaleón, quien usurpaba en Europa su nombre cantando en diferentes
capitales, y las múltiples reediciones de los temas de Pérez Prado por la RCA
Victor, dado el fenómeno de la “mambomanía” en todo el mundo; así como su éxito
de 1955: Cerezo rosa, con notas de chachachá, ya cuando el mambo parecía
entrar en su ocaso. Y más tarde de Patricia (16 semanas en el hit
parade en 1958). Ambas grabaciones vendieron más de 4 millones de copia
cada una.
Gracias a este libro me entero de que
Pérez Prado fue muy admirado por Igor Stravinsky. También del enorme repertorio
de películas latinoamericanas, estadounidenses o europeas de las que sus mambos
formaron parte. Y de su regreso a México, en 1964, después de innumerables
gestiones que se daban de bruces con la burocracia estatal.
A partir de este momento, y hasta su
muerte en Ciudad de México en 1989, el libro ofrece detalles de múltiples
peripecias, invenciones, actuaciones y anécdotas durante más de dos décadas,
además de una discografía exhausta y una excelente bibliografía.
Vale la pena leer Pérez Prado. ¡Qué
rico el mambo!, la nueva entrega musical de las ediciones UnosOtros (www.unosotrosediciones.com). El mambo
llegó para quedarse y renace a cada rato, de diferentes maneras, después de la
desaparición física de su Rey.
* escritor franco-cubano residente en
París
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