Un viaje por el sur de Albania - El Nuevo Herald

Un viaje por el sur de Albania, establecido en Saranda con visita a la mítica Butrinto, ciudad griega de la Antigüedad y otros sitios maravillosos del sur de un país poco visitado: Albania. Se los cuento en El Nuevo Herald dominical.

Enlace: Entre Butrinto y Saranda, en el sur de Albania / William Navarrete / El Nuevo Herald



Entre Butrinto y Saranda: el sur de Albania

William Navarrete* / El Nuevo Herald

He viajado al sur de Albania aprovechando la cercanía con Corfú, isla griega del archipiélago del mar Jónico, desde cuyas costas norte y este se ve gran parte del litoral albanés. Dos compañías navieras realizan varios viajes diarios entre Kerkyra (Corfú en griego), capital de esta isla, y Saranda, la ciudad más importante del sur del país balcánico.

Albania permaneció durante décadas aislada del resto del mundo. Ocupada por los turcos otomanos durante siglos, fue una efímera república derivada en monarquía entre 1928 y 1939, antes de caer bajo la égida de Mussolini y de un gobierno comunista, después de 1944, como resultado del fin de la Segunda Guerra Mundial. Satélite de Stalin, el gobierno comunista de Enver Hoxha se negó a seguir a la URSS cuando, en 1956, tras la muerte de Stalin, Moscú intentó un viraje con respecto a la era política del antiguo dictador. Albania se aisló incluso con respecto al campo socialista y se alió a China. Se instauró entonces la peor de todas las dictaduras comunistas de Europa, bajo la cual se condenaron a muerte hasta 8,000 personas cada año.

No fue hasta 1991 que el país se liberó del yugo comunista. Desde entonces, con altas y bajas, se ha ido integrando poco a poco al concierto de naciones democráticas europeas. Es notoria la sensible mejoría en cuanto a su economía e integración con el resto del continente.

Tras mi llegada a la ciudad balnearia de Saranda quedé sorprendido por las infraestructuras y la excelente acogida. Pensaba que iba a encontrarme con un sitio a años luz de Europa occidental y me encontré una sociedad dinámica, un pueblo comerciante, emprendedor y muy acogedor. La ciudad no tiene un encanto particular por haber sido pensada como polo turístico meridional del país. De modo que posee un amplio paseo marítimo con edificios, hoteles y comercios modernos, en donde se encuentran también las playas y las dársenas para yates y otros barcos de turismo. La población local no porta signos distintivos de creencias religiosas, y coexisten en armonía los pocos templos de culto (mezquitas e iglesias ortodoxas). No vi a mujer alguna con velo, al contrario, muchas albanesas se visten como cualquier joven occidental. Digamos que también esa fue otro de los clichés que se fueron al traste.

Saranda es el punto de partida obligatorio para descubrir, 18 kilómetros más al sur, el sitio arqueológico de Butrinto, antigua ciudad griega del siglo VIII adC, exhumada en la década de 1930 por la misión italiana dirigida por el arqueólogo Luigi María Ugolini. Aunque la mejor forma de llegar es alquilando un auto (40 dólares diarios) para poder recorrer libremente otros sitios y pueblos de interés, también es posible viajar en transporte público ya que, un autobús parte cada una hora del parque principal de Saranda hasta el monumento en cuestión.

Butrinto, a escasos minutos de la frontera con Grecia, fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1992. La ciudad se encuentra en medio de un parque y reserva natural, a orillas del lago que lleva su nombre y del canal de Vivari que la comunica con el mar. Cuenta Virgilio en su Eneida que hasta allí llegó Eneas, el héroe troyano, quien se asombró de encontrar detrás de sus murallas a muchos de sus parientes y coterráneos exiliados después de la trágica caída de Troya.

Cierto o no, el caso es que, desde esos tiempos inmemoriales, Butrinto fue ocupada sucesivamente por la Roma antigua, los normandos angevinos, la República de Venecia y el imperio Otomano, hasta caer en el olvido. De todas estas ocupaciones conserva vestigios visibles en sus ruinas y edificios monumentales perfectamente indicados a lo largo de un circuito bien pensado que permite recorrerla sin perder un ápice de su historia y puntos de interés.

Una especie de patana permite que autos y visitantes atraviesen el mencionado canal para llegar hasta un castillo veneciano triangular que, desde la otra orilla, garantizaba su defensa. De la impronta de la Serenísima podemos ver también una torre del siglo XV (en la entrada del sitio) y un castillo en lo alto de la antigua Acrópolis en donde se ha instalado el Museo que exhibe todos los objetos, estatuas y otras obras de arte de la Grecia antigua encontradas durante las excavaciones, entre los que se destaca un busto de Antínoo de excelente factura. También se conserva en excelente estado el Teatro antiguo del siglo III adC con sus gradas, puertas y fosos, así como las ruinas de un santuario del siglo IV adC consagrado a Esculapio, dios de la Medicina, así como las termas romanas, el antiguo gimnasio, el baptisterio y la basílica paleocristiana, gran parte de las murallas y sus puertas, el sitio de la Acrópolis y un sinnúmero de viviendas y otras dependencias civiles que permiten imaginar ampliamente la vida cívica en la extinta urbe.

Entre Butrinto y Saranda se encuentra la estación balnearia de Ksamil, una península con varias calas y en cada una de estas hermosas playas de aguas turquesas muy congestionadas por tumbonas y sombrillas. El sitio es espectacular y se puede nadar hasta las pequeñas islas frente a las playas, pero el más mínimo milímetro de arena ha sido colonizado por los diferentes playeros con el consabido repertorio musical y otras ofertas turísticas que hacen que el lugar deje de ser un oasis de paz para convertirse en un centro de turismo de masas.

Vale la pena, una vez de vuelta a Saranda, subir hasta el castillo de Lekuresi, en donde han instalado un restaurante. Desde lo alto se puede disfrutar de las vistas más impresionantes de toda la bahía de Saranda hasta la isla de Corfú, del otro lado del canal.

Finalmente, frente al parque de Saranda, en donde pueden verse las ruinas de su antigua sinagoga, el restaurante Te Bequa, propone platos auténticos albaneses, y en la Taberna Laberia, del otro lado de la ciudad (Rruga Mitat Hoxha), preparan deliciosas carnes a la brasa y pescados frescos a la parrilla, todo en un ambiente tradicional. Frente al sitio en que se encuentra la sinagoga, el café SOS ha conservado la decoración y clientela de la época comunista. Y en esa misma calle, Benn Kafé, es un comercio de torrefacción en donde se tuesta el grano y se vende recién molido.  

El sur de Albania merece ser recorrido con más tiempo, pues abundan monasterios ortodoxos, pueblos que parecen vivir en otra época, sitios naturales asombrosos y un sinfín de monumentos significativos.

* Escritor franco-cubano establecido en París.


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