El valle de La Tinée y los encantos de los Alpes franceses - El Nuevo Herald
En El Nuevo Herald de hoy escribo sobre este hermoso valle alpino y francés en donde he pasado gran parte de mi verano 2023. Dejo enlace y copio para los que no tienen acceso al diario digital:
El valle de La Tinée y los encantos de los Alpes franceses - El Nuevo Herald / William Navarrete
El valle de La
Tinée y los encantos de los Alpes franceses
William Navarrete
Este año tuve la oportunidad de pasar
buena parte del verano en La Tinée, uno de los valles del interior de Niza, en
los Alpes Marítimos franceses. Estuve invitado, por segunda vez, a un Festival
Literario (el de la Haute-Tinée, el noveno organizado por Christiane Mattei)
que tiene lugar, de manera itinerante, entre los pueblos de Saint-Etienne-de-Tinée,
Saint-Dalmas-le-Selvage y Auron, este último base de una conocida estación de
esquí que, por falta de nieve, ofrece otras opciones en verano como el senderismo
y las visitas al Parque Nacional del Mercantour en que buena parte de la
comarca está enclavada.
En Auron fuimos alojados en Le Bataclan, un hotel familiar
al pie de las pistas de esquí, una excelente opción para quienes desean visitar
la región y cuentan con vehículo motorizado propio. El pueblo fue construido a
partir de una antigua aldea de montaña a la que fueron añadidos con el tiempo
los chalets típicos de las estaciones alpinas para satisfacer la demanda en
alojamiento.
Del pasado medieval de Auron da fe la muy
antigua capilla de Saint-Erige, declarada Monumento Nacional y construida en el
siglo XIII con campanario en forma de flecha añadido después. Posee frescos de
gran valor, pintados en las bóvedas del coro y los dos ábsides en 1451 que se
encuentran en perfecto estado de conservación. En el ábside izquierdo vemos una
representación de la vida de san Dionisio, poco corriente en el sur de Francia ya
que este santo vivió más bien la capital francesa, de la que es uno de sus
patronos. Los restantes temas abordados son la vida de María Magdalena (la
santa aparece con abundante cabellera que le cubre todo el cuerpo), la historia
de san Erige y un Cristo rodeado por el Tetramorfos, o sea, las cuatro
simbologías de los Evangelios.
Algo más elevado, a 1480 metros de
altitud, el pequeño pueblo de Saint-Dalmas-le-Selvage atesora una
hermosísima iglesia románica, consagrada a este santo y reconstruida en el
siglo XVIII. Como muchos pueblos del valle son típicos los relojes de solares
pintados en las fachadas de diferentes casas. En el pueblo tiene sede uno de
los mejores restaurantes de la región: Aux Sauveurs de Montagne, conocido por
sus gnocchis y otras pastas caseras, charcuterías locales, quesos montañeses y
otros platos tradicionales de la carta confeccionada
por Valery Izambert, la propietaria.
Tercer pueblo de la
Alta Tinée en que se desarrolla el festival, Saint-Etienne-de-Tinée, es
el más poblado de todos y posee un rico patrimonio de arquitectura y arte
religioso visible en el antiguo Convento de los
Trinitarios de Saint-Salaire y la iglesia de los Dignatarios o de Saint
Etienne. En el primero, exactamente en la capilla de Nuestra Señora del Buen
Remedio, pueden verse los curiosos frescos de 1685 representando la célebre
batalla de Lepanto, en la que se enfrentaron las flotas turca y española. De
hecho, una de las personalidades que aparecen, además del infante Don Juan de
Austria, es el escritor Miguel de Cervantes Saavedra reconocible por faltarle
el brazo que perdió en esa lid. Los trinitarios tenían por misión la de rescatar
a los rehenes secuestrados por los berberiscos en el Mediterráneo.
Los tres pueblos son la antesala para subir
la carretera más empinada de Europa (a 2800 metros de altura), la de la cima de
La Bonette, sitio que los autores del Festival visitan cada año, y que también
puede recorrerse por cuenta propia a condición de no padecer de vértigo ni temerles
a los barrancos. Este puerto de montaña comunica el valle de La Tinée con el de
Ubaye, en los Alpes de Alta Provenza.
Más al sur, otros pueblos (también a más
de mil metros de altitud) forman parte del conjunto de localidades del valle.
Uno de ellos es Roure, ubicado en la ladera de un monte, en medio de
formaciones geológicas que se caracterizan por el color rojizo de la piedra.
Como muchos pueblos alpinos, Roure tuvo su propio castillo medieval, demolido
en el transcurso de la Historia, que ocupa hoy un promontorio con espectacular
mirador hacia todo el valle, en el que fue colocada la pieza escultórica Le
guetteur (El vigilante) de Nicolas Lavarenne. Roure tiene una interesante
iglesia barroca reconstruida en el siglo XVII, consagrada a San Lorenzo, santo
del imperio romano, nacido en Aragón, del que son devotas las personas
quemadas, razón por la cual aparece representado en su fachada con una parrilla
como símbolo de su martirio. En su interior pueden verse varios retablos del
Renacimiento, uno de ellos atribuido al taller de Francisco Bréa, de la
dinastía de hermanos de este apellido, considerados los mejores artistas del Renacimiento
en el antiguo condado de Niza.
También son dignos de visitarse el
antiguo lavadero con tres arcos, que funcionan todavía, con sus tenderas de
antaño en la terraza superior que sirve de explanada para las diferentes
actividades. El pueblo posee su propia hostería y restaurante gastronómico, Lo Robur, que ofrece una carta con platos
sofisticados, aunque relacionados con la cocina local que cambia en función de los
ciclos de cosechas.
En Roure, gracias
a Claude Mario, nativo de este pueblo y durante mucho
tiempo jardinero en el Principado de Mónaco, pude explorar los bosques de
alerces y castaños cerca de los antiguos caseríos abandonados de Tiesc y
Saint-Pierre, antiguas zonas de pastoreo con casas de piedras o maderas
diseminadas, muchas derruidas, en medio de paisajes virginales, riachuelos y
montes.
Parte también del valle son los pueblos
de Isola (con su campanario románico solitario, único vestigio de una
iglesia desaparecida) y de Saint-Sauveur-sur-Tinée (cuya iglesia
consagrada a San Miguel Arcángel atesora un hermoso retablo del artista ligur
Guillaume Planeta), ambos a orillas del río La Tinée. Así como Rimplas,
con su plazuela pintoresca frente a la iglesia de San Honorato y las fachadas
con tonos ocres de influencia italiana.
Y es que Italia nunca está muy lejos de
la arquitectura y gastronomía de los Alpes Marítimos franceses, como se
evidencia cuando, desde Isola 2000 (estación de esquí a 17 kilómetros
del pueblo de Isola) subimos la cima de La Lombarda, punto fronterizo a 2350
metros, para llegar al valle de la Stura di Dimonte y al santuario de Santa Ana
de Vinadio, ya en el Piamonte italiano.
El valle de La Tinée, así como el de los ríos Esterón, Vesubio, Roya, el del Alto Var y Cians, son parte del patrimonio natural y cultural de los Alpes Marítimos franceses, indisolublemente vinculados a la Riviera Francesa. Valles y pueblos alpinos son una opción ideal cuando las altas temperaturas estivales de la Costa hacen sofocante el calor y necesitamos un poco del frescor que proporciona la montaña durante las noches de verano.
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