Viaje a Cabo Verde: la isla de Santiago - William Navarrete - El Nuevo Herald
Les cuento en El Nuevo Herald mi reciente viaje a la isla de Santiago, una de las nueve que conforman el archipiélago de Cabo Verde (África).
Les dejo enlace, copio el articulo y pongo fotos nuevas al final.
Cabo Verde: viaje a la isla de Santiago / El Nuevo Herald / William Navarrete
Cabo Verde: viaje
a la isla de Santiago
William
Navarrete*
Del archipiélago
de Cabo Verde, compuesto por 9 habitadas en la zona tropical africanas del
océano Atlántico, sabemos, en general, que fue una colonia portuguesa hasta su
independencia en 1975 y que Boa Vista, la isla más cercana al continente, se halla
a 571 kilómetros de éste. De origen volcánico, las islas no estaban pobladas
cuando, en 1462, los portugueses establecieron la ciudad de Ribeira Grande
(isla de Santiago), la primera villa fundada por los europeos en el Trópico, a
30 minutos de Praia, la actual capital de la República de Cabo Verde.
Más de un mes sería
necesario para visitar las 9 islas. Como solo disponía de dos semanas me
concentré en dos de las islas de Sotavento, o sea, meridionales, tras mi
llegada en avión a Praia, capital del archipiélago desde 1770 en la isla de
Santiago.
Originalmente,
Praia, situada a orillas del mar, creció a partir de lo que se llama el
“Plateau” (nombre francés que significa “meseta” o “altiplano”), una planicie
alta que permitía defenderla de las frecuentes incursiones de piratas y
corsarios. En el Plateau se estableció, poco a poco, el centro urbano en
detrimento de la antigua ciudad de Ribeira Grande, que pasó a llamarse “Cidade
Velha” (Ciudad Vieja), al perder su hegemonía. Alrededor fueron desarrollándose
otros barrios, también sobre pequeñas mesetas, llamadas “achadas” en portugués.
Hoy en día, el
Plateau es el centro histórico de Praia. Allí se encuentran el Palacio de
Gobierno, el Cuartel Jaime Mota, la catedral Nuestra Señora de Gracia, el
Ayuntamiento, el Mercado Municipal, la Corte Suprema y las principales plazas:
Albuquerque, Luis de Camoes y Domingo Ramos. A primera vista, este centro puede
parecer de poco interés, pero a medida que lo vamos descubriendo en diferentes horarios
nos damos cuenta de su gran encanto y de las agradables sorpresas que puede
depararnos.
El Mercado, por
ejemplo, es un hervidero constante de vendedores proponiendo sus frutos y
vegetales. También brinda la oportunidad de probar platos tradicionales en unos
rústicos mostradores. La calle 5 de Julio, justo detrás, se extiende desde la
plaza Albuquerque hasta su intercepción con la avenida Amílcar Cabral (punto de
partida de todos los autobuses del Plateau). Se trata de una arteria peatonal,
muy animada de día, con terrazas de café que organizan conciertos nocturnos de la
música caboverdiana, dada a conocer en todo el mundo gracias al enorme éxito .
Aunque es posible
dormir en alguno de los pocos hoteles o pensiones del Plateau, preferí quedarme
en el hotel Cesaria, en el barrio limítrofe de Fazenda, a unos diez minutos a
pie del Plateau, y cerca del gran mercado de Sucupira (el mayor de la isla),
así como de la parada de minibuses o “aluguer”, o sea, taxis colectivos, que
por 100 escudos (ca. $1,00), recorren la distancia entre la capital y Cidade
Velha. El hotel Cesaria propone una agradable terraza en roof top para desayunar,
servicio de restaurante, de alquiler de autos, transporte desde y hacia el
aeropuerto y un personal siempre amable y atento.
En Praia vale la
pena asistir al Quintal da Música, restaurante con conciertos nocturnos, el
Museo Etnográfico y también aventurarse hasta la zona de las playas de Praínha
y Quebra Canela en donde abundan los restaurantes y hoteles de estándar
internacional.
La capital es el
punto de partida para viajar en aluguer hasta la villa de Ribeira Grande
o Cidade Velha, sitio intemporal y encantador, inscrito en 2009 en la lista del
Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO. Construida a orillas del mar y
de una quebrada que, casi siempre permanece seca, es hoy un poblado de unos
1300 habitantes. Allí visité, en lo alto, la fortaleza real de San Felipe cuya
construcción se inició en 1578 y desde la que pude apreciar fabulosas vistas
del pueblo, el mar y las montañas circundantes. También recorrí la rua
(calle) Banana, que con sus típicas casas de piedra pintadas de blanco es la
calle más antigua trazada por los europeos en el Trópico y, no lejos de ella,
la iglesia Nuestra Señora del Rosario (1495), una de las primeras iglesias
góticas de África, así como el Convento de San Francisco, del que solo subsiste
la iglesia, un poco retirada, al final de trillos que atraviesan cocales, platanales
y mangales. A orillas del mar se encuentra la plaza de la Picota en la que se
encuentra un viejo pilar de piedra al que se ataban a los esclavos que huían
para azotarlos. Del otro lado del puentecillo que atraviesa la quebrada seca el
restaurante Praca do Mar, a orillas de la playa de guijarros, propone pescados
frescos a la parrilla con carbón que traen los pescadores locales cuyas barcas
de llamativos colores se ven en la playita de arenas oscuras del otro lado del
pueblo.
Para explorar el
resto de la isla alquilé un auto en Praia. Las carreteras de Cabo Verde son
seguras y están en muy buen estado. Es usual que los habitantes del interior de
la isla pidan autostop y no ofrece peligro alguno recogerlos y dejarlos durante
el trayecto. Algo que me impresionó fue limpieza de las calles y
establecimientos, así como la extrema amabilidad de la población. A diferencia
de otras partes del mismo continente, nadie pide nada al visitante, ni lo acosa
para venderle algo. El nivel de escolarización de Cabo Verde es elevadísimo, la
salud pública y el transporte funcionan de maravillas y por todas partes puede
verse un enjambre de niños y jóvenes uniformados camino o de regreso de sus
escuelas.
Atravesé la isla
en dirección de Tarrafal, pueblo del extremo norte de la isla con tres hermosas
caletas de arenas blancas. Allí comí pescado fresco recién traído por los
pescadores del Mercado do Peixe, a orillas del mar. Visité también Assomada, pueblo
en el corazón de la isla, y el muy pintoresco de Picos, cerca del anterior, en
donde pude ver a lo largo de su única calle sus casas coloniales con fachadas
coloridas. Me bañé en la solitaria y bella playa de Sao Francisco, sin una sola
construcción y ningún bañista. Visité el jardín botánico de Sao Jorge dos
Orgaos y, finalmente, la comunidad de Los Rabelados, comarca de Esphino Branco.
Los Rabelados
(rebeldes), son una comunidad que vivió en autarcía desde que, en 1940, el
clero portugués quiso reformar hábitos y costumbres de sus homólogos insulares,
que no observaban el celibato. De la rebelión contra los reformadores surgió
esta comunidad cuyo modo de vida y casas de paja pude ver en el sitio donde
viven desde entonces. Se dedican principalmente a la artesanía y la pintura. De
hecho, el centro de artesanía Rebalart exhibe y vende las obras creadas por los
rabelados y, Miriam, una joven artista de la comunidad, me sirvió de
guía durante mi visita.
En la isla se
suele comer churrasco de pollo y otras carnes acompañadas de papas fritas,
arroz o vegetales hervidos. No solo los cocinan en la parrilla, sino que, en el
caso del cerdo, lo presentan en forma de pinchos. La cachupa es el plato
nacional a base de maíz, frijoles negros y carnes o pescados mezclados, y el
mojo con que sirven muchos platos es uno de los mejores que he probado en mi
vida. El dulce de papaya verde con queso campesino de la isla de Fogo y el
pudín (en realidad flan) de queso forman parte, junto a la pastelería de
influencia portuguesa (exquisitos mantecados, pasteles de nata y galleticas) de
las ofertas gastronómicas en materia de postres. Los jugos de calabaceira (fruto
del boabad) o de papaya, las cervezas locales, la malta y el famoso grogue
(o aguardiente de caña) son las bebidas más frecuentes.
Praia fue el
punto de partida para mi viaje en ferry y visita de la isla de Maio, la segunda
isla caboverdiana que visité y de la que hablaré en mi próxima entrega.
* Escritor
establecido en París (Francia)
Fotos que tomé en Ribeira Grande, también conocida como Cidade Velha (Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO), la primera capital del archipiélago y primera ciudad fundada por los europeos en la zona tropical:
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